Interesante reflexión de José Pérez Adán:
Señalar la inmadurez masculina es lugar común en la bibliografía actual. Tony Anatrella (la diferencia prohibida) la denuncia como compañera de la ideología homosexualista. María Calvo (la masculinidad robada) la señala como lógica consecuencia de la educación indiferenciada. En la película Juno aparece de manera muy gráfica una caricatura de otro síndrome (el de Peter Pan) que aconsejaría la conveniencia de encontrar modos de afirmar la masculinidad en la educación del carácter de los varones. Estoy seguro de que si el gran C. S. Lewis (los cuatro amores) viviese hoy en día lamentaría la conjunción de factores (homosexualismo + igualitarismo = uniformización + feminismo) que han bajado de su pedestal hasta hacerla casi irreconocible en comparación con las circunstancias de antaño el valor formador y forjador de la sana y franca amistad entre varones.
Yo, por mi parte, no puedo olvidar lo que me contó un sabio profesor keniata hace unos años al explicarme la decadencia del hombre africano: mientras que los roles de las mujeres (el campo y la casa) siguen vigentes, los de los varones (la caza y la guerra) ya no, con lo que no es de extrañar que muchos hombres hayan perdido su lugar, se den al alcohol y a otros riesgos y mueran antes.
Indudablemente es uno de los interrogantes de nuestro tiempo. En casi todas las sociedades actuales los hombres tienen una esperanza de vida inferior a las mujeres y en algunos países así llamados avanzados esa brecha tiene difícil explicación (caso de España, por ejemplo) y aún en otros la explicación que se encuentra es demasiado simple (caso de Rusia, por ejemplo). ¿Qué pasa?, ¿qué hacer? Hay quien ve en el deporte la solución para la formación masculina. Yo, personalmente, la veo en el estudio. Sí, también para las mujeres. Lo lamentable de nuestro tiempo es, a mi juicio, que el estudio haya perdido relevancia. Que la sabiduría se haya enterrado en el fondo del baúl bajo capas de banalidad, triunfo mediático, dinero, y poder. Hoy, como se lamentaba de Prada el otro día, todo el mundo opina pero nadie entiende. Y no podemos renunciar a razonar el saber.
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