Martirologio Romano: Santa Ángela Merici, virgen, que vistió primero el hábito de la Tercera Orden de San Francisco y reunió a varias jóvenes para instruirlas en obras de caridad. Más tarde, instituyó una orden de mujeres, llamada de Santa Úrsula, con la finalidad de vivir una vida de perfección en el mundo y enseñar los caminos del Señor a las adolescentes. Murió en la ciudad de Brescia, en la Lombardía (hoy Italia) (+1540 dC).
Fecha de canonización: 24 de mayo de 1807 por el Papa Pío VII.
Nació en Italia en 1474 y tiene el mérito de haber fundado la primera comunidad religiosa femenina para educar niñas.
Ángela creció en el seno de una familia cristiana. Sus padres tenían una granja donde vivían modestamente como agricultores. Por las noches, su padre, Giovanni Mérici, leía a sus hijos un episodio de la vida de los santos, lo que marcó fuertemente a la pequeña Ángela.
En pocos años perdió a sus padres y a una de sus hermanas. En ese momento su tíos, la familia Biancosi, la acogieron en su casa a ella y a uno de sus hermanos. Para Ángela es un cambio de vida, ya que se trataba de una familia burguesa.
Sus tíos deseaban casarla pronto, pero Ángela ya tenía clara su vocación religiosa, y prefería pasar su tiempo en oración con una vida simple, más que disfrutar de una vida más mundana. De este modo, regresó por un tiempo a la granja familiar.
Se cuenta que cierto día, tuvo la visión de una escalera que subía hacia el cielo, con jóvenes muchachas que subían y bajaban por ella. Dios le reveló que un día ella fundaría una nueva familia religiosa que atraería a las mujeres a fin de cumplir una misión en la Iglesia.
Deseando consagrarse a la vida religiosa, pidió entrar a la Tercera Orden de San Francisco de Asís.
En 1516, sus superiores franciscanos la envían a Brescia con una misión: la señora Catarina Patengola había perdido a su esposo e hijos en la guerra y se encontraba inconsolable. Ángela permancece por dos años en casa de Catarina ayudándola a salir de su abatimiento; cuando termina ese tiempo decide quedarse en Brescia, por lo que acepta la hospitalidad de un cierto Antonio Romano, viviendo allí por 14 años.
En 1524, parte a Jerusalén con varios peregrinos. Durante la travesía, sufre de una momentánea ceguera y en Tierra Santa debe ser guiada. En el regreso, Ángela sana repentinamente.
En 1525, parte a Roma "para venerar las santas reliquias" y en una audiencia con el papa Clemente VII, éste le pide ayuda en Roma, pero ella se disculpa: "Es en Brescia donde Dios me quiere". Clemente VII la deja partir.
Pero pasa el tiempo y Ángela cree que debe cumplir una misión: fundar una compañía de vírgenes que quieran consagrarse al Señor, sin retirarse del lugar donde vivan. Allí donde estén, vivirán una vida de oración y permanecerán atentas a las necesidades del prójimo. Ángela no dio ninguna consigna de apostolado particular a sus hijas en sus escritos.
Ángela, que sentía una gran devoción por Santa Úrsula, mártir del siglo IV muy popular en esa época, la convertirá en patrona de su obra y fundación. El 25 de noviembre de 1535, las 28 primeras jóvenes se entregan al Señor sin pronunciar votos, solamente escribiendo sus nombres en un registro: es el día de la fundación de la Compañía de Santa Úrsula.
La transformación de la Compañía en Orden religiosa después del Concilio de Trento (1545-1563), obligó a las Hijas de Santa Ángela a entrar en un claustro, y se transformarán en educadoras. Herederas de Santa Ángela, las Ursulinas se han dedicado a la tarea educativa de la juventud a través de los siglos.
Ángela falleció el 27 de enero de 1540. Fue canonizada el 27 de mayo de 1807 por el papa Pío VII.
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