Viernes 27 de Enero de 2017
Misa a elección:
Feria. Verde.
Santa Ángela de Mérici, virgen. (ML). Blanco.
Martirologio Romano: Santa Ángela Merici, virgen, que vistió primero el hábito de la Tercera Orden de San Francisco y reunió a varias jóvenes para instruirlas en obras de caridad. Más tarde, instituyó una orden de mujeres, llamada de Santa Úrsula, con la finalidad de vivir una vida de perfección en el mundo y enseñar los caminos del Señor a las adolescentes. Murió en la ciudad de Brescia, en la Lombardía (hoy Italia) (+1540 dC). Fecha de canonización: 24 de mayo de 1807 por el Papa Pío VII.
Misa a elección:
Feria. Verde.
Santa Ángela de Mérici, virgen. (ML). Blanco.
Martirologio Romano: Santa Ángela Merici, virgen, que vistió primero el hábito de la Tercera Orden de San Francisco y reunió a varias jóvenes para instruirlas en obras de caridad. Más tarde, instituyó una orden de mujeres, llamada de Santa Úrsula, con la finalidad de vivir una vida de perfección en el mundo y enseñar los caminos del Señor a las adolescentes. Murió en la ciudad de Brescia, en la Lombardía (hoy Italia) (+1540 dC). Fecha de canonización: 24 de mayo de 1807 por el Papa Pío VII.
Antífona de entrada Sal 95, 1. 6
Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra. En su presencia hay esplendor y majestad, en su santuario, poder y hermosura.
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, ordena nuestra vida según tu voluntad para que, en el nombre de tu Hijo amado, podamos dar con abundancia frutos de buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
O bien: de santa Ángela
Señor Dios nuestro, te pedimos que santa Ángela de Mérici, virgen, no deje de encomendarnos a tu misericordia, para que, siguiendo sus ejemplos de caridad y prudencia, podamos conservar tus enseñanzas y proclamarlas con nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Recibe con bondad nuestros dones, Señor; y al santificarlos, haz que se conviertan en causa de salvación para nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Sal 33, 6
Miren hacia el Señor, y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán.
O bien: cf. Jn 8, 12
Yo soy la luz del mundo, dice el Señor. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, concédenos, a los que somos vivificados por tu gracia, alegrarnos siempre con el don recibido. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Heb 10, 32-39
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: Recuerden los primeros tiempos: apenas habían sido iluminados y ya tuvieron que soportar un rudo y doloroso combate, unas veces expuestos públicamente a injurias y atropellos, y otras, solidarizándose con los que eran tratados de esa manera. Ustedes compartieron entonces los sufrimientos de los que estaban en la cárcel y aceptaron con alegría que los despojaran de sus bienes, sabiendo que tenían una riqueza mejor y permanente. No pierdan entonces la confianza, a la que está reservada una gran recompensa. Ustedes necesitan constancia para cumplir la voluntad de Dios y entrar en posesión de la promesa. Porque todavía falta un poco, muy poco tiempo, y el que debe venir vendrá sin tardar. Mi justo vivirá por la fe, pero si se vuelve atrás, dejaré de amarlo. Nosotros no somos de “los que se vuelven atrás” para su perdición, sino que “vivimos en la fe” para preservar nuestra alma.
Palabra de Dios.
Comentario
El autor nos lleva a considerar que la fe en Cristo tiene necesariamente su expresión en la vida. “Vivir en la fe”, como dice, es enfrentar crisis, desprecios, dolores, sabiendo que la casa final será el “bien permanente”, superador entonces de todo este mundo pasajero.
Sal 36, 3-6. 23-24. 39-40
R. La salvación de los justos viene del Señor.
Confía en el Señor y practica el bien; habita en la tierra y vive tranquilo: que el Señor sea tu único deleite, y él colmará los deseos de tu corazón. R.
Encomienda tu suerte al Señor, confía en él, y él hará su obra; hará brillar tu justicia como el sol, y tu derecho como la luz del mediodía. R.
El Señor asegura los pasos del hombre en cuyo camino se complace: aunque caiga no quedará postrado, porque el Señor lo lleva de la mano. R.
La salvación de los justos viene del Señor, él es su refugio en el momento del peligro; el Señor los ayuda y los libera, los salva porque confiaron en él. R.
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: Recuerden los primeros tiempos: apenas habían sido iluminados y ya tuvieron que soportar un rudo y doloroso combate, unas veces expuestos públicamente a injurias y atropellos, y otras, solidarizándose con los que eran tratados de esa manera. Ustedes compartieron entonces los sufrimientos de los que estaban en la cárcel y aceptaron con alegría que los despojaran de sus bienes, sabiendo que tenían una riqueza mejor y permanente. No pierdan entonces la confianza, a la que está reservada una gran recompensa. Ustedes necesitan constancia para cumplir la voluntad de Dios y entrar en posesión de la promesa. Porque todavía falta un poco, muy poco tiempo, y el que debe venir vendrá sin tardar. Mi justo vivirá por la fe, pero si se vuelve atrás, dejaré de amarlo. Nosotros no somos de “los que se vuelven atrás” para su perdición, sino que “vivimos en la fe” para preservar nuestra alma.
Palabra de Dios.
Comentario
El autor nos lleva a considerar que la fe en Cristo tiene necesariamente su expresión en la vida. “Vivir en la fe”, como dice, es enfrentar crisis, desprecios, dolores, sabiendo que la casa final será el “bien permanente”, superador entonces de todo este mundo pasajero.
Sal 36, 3-6. 23-24. 39-40
R. La salvación de los justos viene del Señor.
Confía en el Señor y practica el bien; habita en la tierra y vive tranquilo: que el Señor sea tu único deleite, y él colmará los deseos de tu corazón. R.
Encomienda tu suerte al Señor, confía en él, y él hará su obra; hará brillar tu justicia como el sol, y tu derecho como la luz del mediodía. R.
El Señor asegura los pasos del hombre en cuyo camino se complace: aunque caiga no quedará postrado, porque el Señor lo lleva de la mano. R.
La salvación de los justos viene del Señor, él es su refugio en el momento del peligro; el Señor los ayuda y los libera, los salva porque confiaron en él. R.
Aleluya cf. Mt 11, 25
Aleluya. Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños. Aleluya.
Evangelio Mc 4, 26-34
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús decía a sus discípulos: "El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha". También decía: "¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra". Y con muchas parábolas como éstas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.
Palabra del Señor.
Comentario
“La parábola del ‘trigo y la cizaña’ es un llamado de atención para no ser rápidos en identificarnos con la ‘buena semilla’ y ver la ‘mala’ en los otros. Todos somos una mezcla de ambas: trigo en ciertos momentos y cizaña en otros... Esta parábola es un llamado a la responsabilidad de cada cristiano para crecer en ‘buena semilla’ y extirpar hasta los rastros de la ‘mala semilla’. ¿Qué se ha hecho de la ‘buena siembra de Dios’ en un corazón bautizado? Si miramos la Argentina, llena de cristianos y sembrada de injusticias, nos debe preocupar, como Iglesia, la incoherencia de quienes están llamados a dar los buenos frutos de ‘buena semilla’ en la sociedad cuya síntesis es la justicia social”.
Oración introductoria
Ven, Espíritu Santo, guía esta oración para que se convierta en esa semilla que fructifique en obras buenas. Creo, espero y te amo, haz que mi fe crezca, mi esperanza se fortalezca y mi caridad se multiplique.
Petición
Señor multiplica, para bien de la Iglesia y el triunfo de tu Reino, los frutos de mi apostolado.
Meditación
Hoy Jesús habla a la gente de una experiencia muy cercana a sus vidas. Con estas palabras se refiere al Reino de Dios, que consiste en «la santidad y la gracia, la Verdad y la Vida, la justicia, el amor y la paz» (Prefacio de la Solemnidad de Cristo Rey), que Jesucristo nos ha venido a traer. Este Reino ha de ser una realidad, en primer lugar, dentro de cada uno de nosotros; después en nuestro mundo.
En el alma de cada cristiano, Jesús ha sembrado —por el Bautismo— la gracia, la santidad, la Verdad... Hemos de hacer crecer esta semilla para que fructifique en multitud de buenas obras: de servicio y caridad, de amabilidad y generosidad, de sacrificio para cumplir bien nuestro deber de cada instante y para hacer felices a los que nos rodean, de oración constante, de perdón y comprensión, de esfuerzo por conseguir crecer en virtudes, de alegría...
Así, este Reino de Dios —que comienza dentro de cada uno— se extenderá a nuestra familia, a nuestro pueblo, a nuestra sociedad, a nuestro mundo.
La semilla comienza pequeña, como «un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas» (Mc 4,31-32).
¿No es ésta la más pequeña de entre todas las semillas? Y aún así es el más grande de todos los arbustos. Así es la vida interior, y Cristo nos la ha dado ha conocer de esa misma manera.
Lo único que se tiene que hacer para poseer ese magnifico arbusto es cultivar esa pequeña semillita hasta que crezca totalmente. Así la vida interior, en un principio es como una pequeña semilla, posteriormente, dentro de nuestro corazón, crece tanto que llena todo el corazón. Es como el amor que da verdadera felicidad, es tan pequeño al inicio que hay que irlo cultivando para que crezca y se fortalezca. Poco a poco éste se hace más fuerte hasta que se mantiene en pie por sí solo, pero sigue siendo frágil, porque cualquier hachazo puede derribarlo, por lo tanto necesita un cuidado continuo.
Esto es lo que hay que hacer con la vida interior, cuidarla cuando este bien crecida, para que ningún hacha o sierra eléctrica nos lo vaya a echar para abajo.
Pero la fuerza de Dios se difunde y crece con un vigor sorprendente. Como en los primeros tiempos del cristianismo, Jesús nos pide hoy que difundamos su Reino por todo el mundo.
Propósito
Como rama viva de la Iglesia, buscaré sostener a otros con mi oración y testimonio de vida cristiana coherente.
Diálogo con Cristo
Jesús, ayúdame a cumplir mi misión de vivir un cristianismo activo al servicio de tu Iglesia. Ayúdame a ser el instrumento para que otras personas encuentren a Dios.
Publicar un comentario