Unos con gorra, a otros, a gorrazos

En mis tiempos de crío, cuando alguno tenía trato de especial favor ante cura, maestro o cualquier autoridad, decíamos que Fulanito “tenía gorra”.

Pues eso, que en esta Iglesia nuestra uno tiene la impresión de que los hay que tienen no digo gorra, sino una amplísima colección de tocados que van desde la humilde boina pueblerina al sombrero de copa, del simple bonete al más sofisticado saturno, del pañuelico a la cabeza a la más almidonada toca monjil. Ítem más, los hay con una colección más completa que el escaparate de Casa Yustas.

Por ejemplo, ¿qué tipo de gorra tiene sor Lucía Caram, que siendo monja de clausura le permite salir más en televisión que las Campos y decir más barbaridades que Lutero cuando era malo? ¿Con qué bonete especial se cubre el P. Masiá para ciscarse en todo lo ciscable, mayormente si lo mancillado es doctrina firme? ¿Quién es el Eliot Ness que se ha gastado una pasta el La Favorita para convertir a Religión Digital en un apanda de intocables?

¿Y dicen que si hay gorra? ¡Cachis en la mar! Digo gorra, gorras, sombrero, boina, y parpusa.

Tantas y tantas gorras, tanto y tanto cubre cabeza, que ha quedado un abundantísimo stock que permite ser usado para propinar gorrazos a otros. Lo que es la vida. Unos con gorra y otros a gorrazos.

Gorrazos llevan los Franciscanos de la Inmaculada y aún no sabemos muy bien por qué. Ni muy bien ni muy mal. Gorrazos y punto. A monseñor Livieres le sacudieron con su buen piri de cinta negra, y aunque el sombrero es flexible, tanto dar y dar hizo de las suyas, aunque se dice que también entró en los golpes alguna boina roja de más al sur. Eso dicen. Incluso que se vio asomar algo más claro. Vete a saber.

Al sacerdote colombiano Luis Carlos Uribe Molina lo dejaron completamente KO de un zarpazo con un sombrero vueltiao, que, aunque aparentemente es cosa maleable y del todo inocente, capaz es de noquear al más robusto, como bien se ha visto. KO y al desguace definitivamente.

Servidor, a costa de poder convertirse en nuevo adjudicatario del algún producto adquirido en famosa esquina de la Plaza Mayor de Madrid, se pregunta si las cosas que dicen, decía, monseñor Livieres, son más falsas y perniciosas que las de sor Lucía Caram. Si la predicación de Luis Carlos Uribe Molina escandaliza más que las cosas de Masiá, o si la vida de los Franciscanos de la Inmaculada es un conjunto de disparates mientras que Religión Digital realiza una labor evangelizadora del todo encomiable.

El mundo al revés. Unos, los más disidentes, incluido definitivamente Lutero, con gorra, con todas las gorras. Otros, que no han roto un plato en su vida, a gorrazos. Pues uno no lo entiende. Y, por cierto, me da igual que sea de casa Yustas que de La Favorita. Uno es de fácil conformar. 

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03:41

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