Verdades y mentiras sobre la infidelidad

Ser infiel ya supone un engaño, pero existen muchos falsedades sobre esta cuestión
Por: L. Peraita | Fuente: http://www.abc.es
1.—Las aventuras ayudan a superar las crisis del matrimonio. Quien piense que una tercera persona representa el punto de equilibrio necesario para acabar con la rutina en la pareja habitual, está equivocado. Quizá al principio, el infiel se sienta más motivado o de mejor humor, lo que puede transmitir cierto optimismo en su matrimonio. Pero, no nos engañemos, ser infiel supone tirar por la borda el compromiso, la confianza... y hasta el amor. Una infidelidad nunca puede salvar a un matrimonio.
2.— El sexo es la razón de toda infidelidad. Cuando uno se atreve a dar el paso de ser desleal a su pareja es, fundamentalmente, porque encuentra en esta otra persona aquello que no logra en su matrimonio, y el sexo no es el motivo principal. Resulta muy llamativo que en engaños duraderos, la pareja ni se da cuenta de que la están engañando. Esto se debe a una escasa comunicación entre ambos, a que ya no comparten el tiempo ni el ocio como antes... En otros casos se trata de puro ego: se busca la juventud ya pasada y la necesidad de sentirse todavía atractivo/a para los demás.
3.— Es más fácil descubrir a un hombre infiel que a una mujer. No siempre es así, lo que ocurre es que el hombre no presta tanta atención a la mujer como para descubrir ciertos detalles, mientras que la mujer es más observadora y a la mínima puede saltar la mínima sospecha. A la mujer, por lo general, se le puede notar más ya no solo por detalles materiales o porque se arregle más, sino por su actitud y comportamiento.
4.— Si fue infiel, lo volverá a ser. La afirmación puede resultar más que lógica, pero hay que pensar que en, ocasiones, el arrepentimiento es real y los esfuerzos por recuperar a la pareja son tales que no deben dar lugar a dudas. El verdadero amor también se impone. Otra cosa es que su currículum amoroso llegue a nosotros ya cargado de infidelidades. Conviene no bajar la guardia, si se decide arriesgar por esta relación.
5.— Siempre hay que confesar una infidelidad. Es el eterno debate. Para algunos expertos en terapia de pareja, si uno está dispuesto a acabar con el engaño y volver con su pareja habitual, es mejor no confesar para no romper la confianza en la relación. Sin embargo, cuando la relación se ha visto muy deteriorada desde que se produce el engaño, resulta conveniente sincerarse para que la pareja encuentre sentido a todo lo que está pasando y, si decide perdonar, buscar juntos una solución. La decisión de hacer la confesión debe tomarse en función del mal, mayor o menor, que pueda causar, y nunca debe hacerse como una fórmula de quitarse de encima el sentimiento de culpabilidad. Otros terapeutas, sin embargo, optan por contar la verdad y afrontar la situación de cara a mantener la sinceridad ante todo y pensando en que, antes o después, uno puede ser descubierto, aunque la infidelidad terminara hace tiempo.

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