El Papa, junto a líderes religiosos de todo el mundo, recuerda que «la guerra en nombre de la religión es una guerra contra la religión misma»
La quinta plegaria conjunta de los líderes de las grandes religiones mundiales ha sido la más contundente. Reunidos en Asís por el Papa Francisco, centenares de representantes de las distintas confesiones religiosas firmaron ayer un vigoroso llamamiento conjunto por la paz.
En el documento declaran solemnemente que «la guerra en nombre de la religión es una guerra contra la religión misma. Reafirmamos por tanto que la violencia y el terrorismo se oponen al verdadero espíritu religioso».
Esto significa la desautorización frontal de los crímenes de Daesh, que utiliza falsamente la bandera religiosa para provocar un conflicto interno entre sunníes y chiíes y otro externo contra los cristianos.
Pero lo más llamativo del texto es la sintonía entre creencias tan distintas que, después de rezar por grupos separados, declararon unánimemente: «Hemos dirigido nuestra oración a Dios para que conceda la paz al mundo. La paz es el nombre de Dios. Quien invoca el nombre de Dios para justificar el terrorismo, la violencia y la guerra no sigue el camino de Dios».
Al mismo tiempo, los líderes de las religiones del mundo pidieron a los estadistas que acaben «con los motivos que inducen a la guerra: el ansia de poder y de dinero, la codicia de quienes comercian con las armas, los intereses partidistas, las venganzas por el pasado...».
Desde su silla de ruedas, el anciano David Brodman, rabino de Israel y testigo del Holocausto, advirtió de que «quienes no conocen la historia están condenados a repetirla», y aplaudió el esfuerzo realizado a lo largo de treinta años por la Comunidad de San Egidio para difundir por el mundo el «espíritu de Asís», nacido del primer encuentro de plegaria interreligiosa por la paz, convocado por san Juan Pablo II en 1986.
A su vez, el profesor Din Syamsuddin, presidente del Consejo de los Ulemas de Indonesia —el país musulmán más populoso del mundo— reiteró que el islam es una religión de paz y que ninguno de sus fieles debe promover o practicar la violencia. El anciano patriarca del budismo Tendai de Japón, Koei Morikawa, insistió en la importancia de no generar odio y frenar a los que lo hagan antes de que el mal se extienda y cause daño a los inocentes.
Una «gran enfermedad»
Francisco hizo notar que «Dios nos exhorta a afrontar la gran enfermedad de nuestro tiempo: la indiferencia. Es un virus que paraliza, que vuelve inertes e insensibles, una enfermedad que ataca el centro mismo de la religiosidad, provocando un nuevo y triste paganismo: el paganismo de la indiferencia». Refiriéndose a la plegaria recién terminada, el Papa subrayó que «hoy no hemos orado los unos contra los otros, como por desgracia ha sucedido algunas veces en la historia. Por el contrario, sin sincretismos y sin relativismos, hemos rezado los unos con los otros, los unos por los otros». En nuestros días es fundamental «que los creyentes sean artesanos de paz invocan-
do a Dios y trabajando por los hombres. Y nosotros, como responsables religiosos, estamos llamados a ser sólidos puentes de diálogo, mediadores creativos de paz». «Sólo la paz es santa, y no la guerra», insistió el Santo Padre.
Era un clima de emoción y de encanto por la belleza del lugar, los ropajes de los líderes religiosos, la dulzura del sol de atardecer, la inocencia de los niños que recibieron simbólicamente el texto del Llamamiento por la Paz de manos de los líderes religiosos. Pero todo anclado en la realidad, pues el Papa saludó a 25 víctimas de la guerra y los líderes religiosos almorzaron con 12 refugiados. Una refugiada siria describió el infierno de Alepo. Lo que se trata de evitar.
abc.es
Publicar un comentario