La muerte de su esposa dejó sin aliento vital a Gustavo Bueno, y dos días después pasó a mejor vida. Bueno –como era conocido en los ambientes universitarios– fue el último pensador sistémico que sostenía que la filosofía era un saber sustantivo y no un conjunto de proposiciones tautológicas inverificables, ni verdaderas ni falsas, sin sentido.
Los que pululamos por sus clases en los tiempos en los que Aristóteles era el rey de la lógica con los silogismos, sufrimos una crisis cuando don Gustavo era atacado con botes de pintura y nos obligaba a estudiar la lógica matemática analizando infinitas tablas de verdad porque todo era cuestión de verdadero o falso con deducciones formales.
Bueno fue un excelente profesor, pero sobre todo un polemista incisivo y persistente; su contundencia lógica le hacía temible y terrible. La cultura de masas y el mito de la izquierda fueron objeto de una crítica corrosiva y demoledora, que alcanzó su cenit en su ensayo Zapatero y el pensamiento de Alicia, una terrible diatriba contra la política cultural y religiosa de ZP, que culminó con su paradójico ensayo La fe del ateo. Gustavo Bueno, para ser un fiel representante de un saber despreciado e infravalorado como la Filosofía, gozó de excelente fama y recibió importantes galardones. Descanse en paz Gustavo Bueno.
Fidel García Martínez
Oviedo (Asturias)
Oviedo (Asturias)
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