Mi dentista favorita hoy se me quejaba de que ayer tuve el blog desatendido. Lo reconozco. Primero una larga excursión por el campo. Comimos viendo Alcalá desde lo alto de un monte. Horas de caminata. Todas mis grasas se resintieron por un gasto calórico tan desacostumbrado.
Eso sin contar con que a la vuelta se me estuvieron quejando hora y media de que había perdido el camino y no sabía donde estaba.
Después de la misa, unas amables personas me invitaron a cenar. Después de aquella caminata inacabable, cenar para mí significaba un cochinillo asado con una manzana en la boca. Una cena digna de Fortwolsey. Pero no: aquellas mujeres delgadas gritaron a coro que querían sushi.
A todas estas pocas posibilidades de subir un post, se unió el que tenía mi ordenador ocupado subiendo vídeos de la toma de hábito en mi convento, para enviárselos a su familia al otro lado del océano.
Podéis ver esos vídeos si os apetece en este link:
Pasado un tiempo, borraré esos vídeos, porque ocupan muchos gigas. Por eso, disculpad el que ayer domingo no hubiera post: ¡no soy Mazinger Z!, soy un pobre mortal.
Publicar un comentario