Un lector me ha pedido que diga algo sobre los convulsos momentos que vive en PSOE. Lo voy a hacer: dejad que los muertos entierren a sus muertos. A nosotros, los seguidores de Cristo, ni nos va ni nos viene lo que suceda en ese partido de impíos.
En otra época, los católicos podían haber sentido alegría por todo lo que fuera beneficioso al Partido Popular. Hoy día, con toda razón, nos sentimos completamente ajenos a la suerte de un partido en completa deriva moral y cada vez más hostil a la Iglesia.
Justo es decir que no todo da lo mismo. Si en la década de los 80 el Partido Comunista hubiera sido un partido con mayoría absoluta y hubiera seguido así durante cuatro legislaturas, la Iglesia se hubiera enterado de lo que hubiera sido vivir bajo el régimen de Carrillo. Un personaje que no aprendió absolutamente nada con la edad. Su fascismo de izquierdas se mantuvo igual de verde y lozano que en los mejores tiempos de su juventud. Si alguno piensa que exagero, léase a otro comunista como Semprún cuando habla del estalinista de Carrillo.
Eso sí que hubiera sido digno de una pesadilla, haber dejado a todo este país en manos de ese politburó. Pero, bueno, ahora ya (dado lo que hay) los cristianos vivimos la política española como el que ve desde la orilla una guerra de dinosaurios.
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