Sacerdote ejemplar, amigo generoso y desprendido, que viajó varias veces a Guatemala para ayudarnos en el Seminario de Sololá como profesor de mariología y catequética (años 1992, 1994 y 1997) y que también nos ayudó económicamente a sacar adelante a seminaristas provenientes de familias desfavorecidas; sacerdote que dedicó un tiempo importante de su vida a trabajar como misionero en Perú; párroco celoso y entregado, durante muchos años aquí en La Rioja y, en estos últimos, enfermo pegado a la cruz de Cristo.
Dios le pague esos trabajos suyos parroquiales y misioneros, su honda espiritualidad, su sobriedad, sus conocimientos teológicos, su amistad, su ejemplo sacerdotal, y los largos años de enfermedad.
Quiero agradecerle también su trabajo investigador en la teología y la espiritualidad y, en concreto, que el año 2006 publicara el precioso libro La virginidad perpetua de María, ofreciéndonos una amplia y documentada visión del tema y, a partir de su magnífica profundización teológica, fundamentando el valor de la virginidad en general, y, sobre todo, en nuestros días, y su papel en el cristianismo actual. Concluyendo que esta virtud debe ser transmitida y ofrecida hoy como ejemplo de amor generoso y de consagración a Dios.
¡Descansa en paz, querido hermano sacerdote y amigo Teófilo!
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