En nuestra cultura de hoy, con sus prisas, sus demandas de inmediatez y las tensiones y ansiedades que estas nos generan, la mayoría somos propensos a quejarnos cuando algo va o sale mal, incluyendo cuando no nos dan un buen servicio o cuando no se nos proveen nuestras demandas en el tiempo que esperamos. Estas mismas actitudes las llevamos al ámbito espiritual y vivimos nuestra relación con Dios con expectativas irreales de que Dios tiene que darnos en nuestra vida personal, marital y familiar, las cosas, los cambios y las soluciones que deseamos en el momento y el modo en que las deseamos.
Esta actitud se traduce en que vivamos nuestras vidas en un constante pedirle y reclamarle a Dios, que no sólo aumenta nuestra angustia, sino que nos nubla la percepción a todas las cosas maravillosas con las que Dios nos bendice cada día de nuestra vida. Vivir de esa manera nos lleva muchas veces sin darnos cuenta a ser desagradecidos con Dios en la cotidianidad y por ello muchas veces perdemos de recibir la gracia que Dios promete a aquellos que con corazón sincero, manifiestan su gozo en las bendiciones recibidas, expresando a Dios abiertamente su agradecimiento.
La Palabra de Dios nos habla claramente en la carta a los Tesalonicenses 5:18 en donde Pablo dice que demos gracias a Dios en todo “porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”. Nuestro Señor Jesús también nos habló del único de los diez leprosos que regresó a agradecer su curación, preguntándole qué les paso a los otros nueve. Pero aquel que tomó el tiempo para agradecer, recibió de Jesús la gracia de su toque y su amor sanador (Lc. 17:11-19). Igualmente, Su Palabra nos recuerda que él no desprecia a un corazón agradecido.
Ser agradecidos es una virtud que nos ayuda también a mantener una actitud más positiva en nuestro diario vivir, la cual nos ayudará también a mantener el buen humor y la paciencia que requiere para llegar a tener y mantener una relación conyugal y familiar más sana y feliz. No en vano el Señor nos invita a ser agradecidos. Él que nos creó y como tal nos conoce, sabe que ser agradecidos nos hace bien y ultimadamente, Él lo que quiere es que seamos felices.
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