En este tiempo en que llegamos a mitad del año, hay que hacer cuentas para no llevarse sorpresas a fin de año.
La economía parroquial es un verdadero milagro, pues con escasísimos medios, no sólo logramos subsistir, sino que nos estiramos cuanto podemos para ayudar a quienes tienen menos.
La dificultad que pasamos nos acerca a los que andan en similares circunstancias. Vivir de limosna es costoso, pero es también un alegre ejercicio de confianza en Dios y en tantas personas que tienen corazón generoso.
A ellas apelo en esta mitad del año para que no disminuyan su aportación generosa en bien de la parroquia que es bien de todos.
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