Bocadillos espirituales para vivir la Cuaresma: Miércoles de Ceniza – Ciclo A


“Dijo Jesús a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar las buenas obras delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendrán recompensa del Padre celestial. Cuando has limosna, no vayas tocando la trompeta por delante… Cuando oren, no sea como los hipócritas que les gusta rezar en las plazas … Cuando ayunen, no pongan cara triste” (Mt 6,1-6.16-18)


Comenzamos hoy la cuaresma con la imposición de la ceniza.

Todos lo reconocemos con el “Miércoles de Ceniza”.

Es posible que todos:

Nos quedemos en la ceniza.

Y nos olvidemos que con la ceniza se nos hace una cruz en la frente.

La ceniza como símbolo de nuestro origen de la tierra.

La ceniza como símbolo de nuestra finitud.

La ceniza como símbolo de nuestra condición de pecadores.

Pero la ceniza adquiere aquí otro valor y simbolismo.

La cruz.

La cruz como símbolo del camino de Jesús.

La cruz como símbolo de nuestra fidelidad al Evangelio.

La cruz como símbolo de nuestra conversión.

La cruz como símbolo de nuestra configuración con Jesús.

La cruz como símbolo de nuestra meta de nuestro camino: la Pascua.


Por eso no es un día de tristeza.

Es un día de alegría porque nos anuncia la resurrección de Jesús.

Hoy salimos todos camino de la libertad.

Hoy salimos todos camino de la nueva vida.

Será un camino de desierto, pero un camino que nos invita a la tierra nueva.


Tenemos el peligro de ver la cuaresma como algo triste.

Y la cuaresma es invitación, es símbolo que nos tiene que llevar lejos.

El Evangelio que leemos hoy, responde a la espiritualidad de aquel entonces.

Pero es invitación al cambio.

Y en aquel entonces los resume en tres capítulos:

El exhibicionismo de lo bueno que hacemos.

De la limosna que hacemos.

De la oración que hacemos.

Del ayuno que hacemos.


Pero todo visto con los ojos de Jesús:

No se trata de lo exterior.

No se trata de que nos vean.

No se trata de que nos alaben.


Se trata del cambio interior:

Se trata de cambiar nuestro corazón.

Se trata de vernos no delante de los hombres sino delante de Dios.

Se trata no de ser vistos por los hombres, sino vistos por os ojos de Dios.


Tez pudiéramos cambiar por realidades nuevas.

La verdadera cuaresma hoy debe llevarnos:

A la limpieza del corazón.

Al espíritu de servicialidad.

Al espíritu de solidaridad.

Al espíritu de fraternidad.

Al espíritu de compartir lo nuestro.

Al espíritu de sentir el sufrimiento de los demás.

Al espíritu de dedicarnos más a la oración.

Al espíritu del perdón.

Al espíritu del amor sincero.


Está bien que, al menos ayunemos y nos abstengamos de carnes dos veces durante la cuaresma: Miércoles de Ceniza y Viernes Santo.

Pero el mejor ayuno y la mejor abstinencia será compartir con el que no tiene.

Hacernos solidarios con aquellos que carecen de todo.

Y luego tendrá que ser un tiempo de oración:

¿cuánto tiempo podremos dedicar a hablar con el Señor que nos acompaña?

Abramos nuestro corazón.

Mirémonos como nos vemos ahora que partimos.

¿Seremos los mismos y habremos cambiado cuando lleguemos?

No nos quedemos mirando lo que somos.

Más bien abramos el corazón a lo que estamos llamados a ser.

Salimos de la esclavitud, pero al final está la libertad.

Salimos de nuestras pobrezas, pero al final nos encontraremos con el resucitado.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo A, Cuaresma Tagged: ayuno, ceniza, cruz, Cuaresma, limosna, miercoles, oracion, penitencia
23:11

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