Continuación: Formación y discernimiento. Los centros espirituales ante el supermercado de ofertas espirituales: Líneas de pensamiento frente a las diferentes ofertas religiosas o pseudoreligiosas que ofrece la cultura actual. // Autor: S. Em. José Ángel Rovai | Fuente: http://www.humanitas.cl
b.- La vivencia cristiana integral de la pertenecía cordial a la Iglesia (como hemos expresado en su unidad y pluriformidad. Vivencia integral de todos los carismas. La identidad esencial de la Iglesia como misión.
Continuamos acentuando, que solo partiendo de lo positivo que poseemos en la Iglesia como dones del Espíritu, podremos responder testimonialmente a estos desafíos. Muchas veces no sirve la polémica exclusivamente doctrinal. Es importante la vivencia convencida de lo que por gracia de Dios somos.
Cuando cada uno asume los dones recibidos por el Espíritu, expresa adecuadamente la totalidad y complementariedad de los carismas eclesiales, que tocan generalmente los anhelos más profundo del ser humano.
Por eso en la Iglesia existen carismas que se dirigen a la inteligencia. Estos expresan la sed de verdad que late en todo corazón humano. Una verdad que tiende a encarnarse en la vida y realizarla ( la verdad cristiana presupone siempre la ortodoxia y la ortopraxis simultáneamente. Por eso hablamos de una verdad integral.. No se trata de una verdad abstracta y puramente teórica. Siempre la verdad cristiana toca la vida y se dirige a la vida y al modo de existencia del hombre. Decimos permanentemente que ser cristiano constituye un estilo de vida y no un conjunto de verdades dogmáticas y morales aunque contengan todos estos elementos. La verdad contenida en el mensaje evangélico y en la auténtica tradición cristiana siempre ha sido una verdad existencial y práctica.
El cristianismo incluye el bien. Todo esto afecta a la vitalidad concreta de los creyentes. Sabemos que el hombre ha sido creado para la felicidad. Todos buscamos nuestra propia felicidad. El mismo sufrimiento tiene sentido a la luz del camino hacia nuestra plenitud. La cruz no tiene sentido si no es un puente que lleva a la resurrección. Es el misterio Pascual que constituye la clave para interpretar la existencia de la vida del hombre en el mundo. Como nos dice el Concilio, solo a la luz del misterio del Verbo Encarnado encontramos el sentido pleno de nuestra vida.
Por eso el Concilio cuando quiere responder a los grandes y graves interrogantes del hombre actual lo hace dirigiendo su mirada a Cristo
Juan Pablo II desde que comenzó su pontificada viene expresando el deseo de recrear un humanismo cristiano[31]
La identidad de la Iglesia como misión.
Hoy es muy importante para encarar el presente desafío, en un mundo pluricultural y plurireligoso como el que vivimos, que todos los miembros de la Iglesia desde su especificidad en los diversos carismas asuma su rola evangelizador.
Sucede en lugares del mundo donde las Iglesias locales asumen una propuesta evangelizadora profundamente bíblica, que las mismas sectas retroceden
El camino primero que debemos buscar a fin de encarar estos desafíos de la nueva era que los cristianos nos sintamos responsables de brindar una visión integralmente profunda de la propuesta católica. Es bueno en evitar en esto toda mentalidad de cruzada o apologética.
Un mensaje del cual sea responsable toda la Iglesia, realizado con profundidad y que al mismo tiempo se exprese en la cultura adecuada correspondiente y de esta forma sea creíble a partir desde los más sencillos, contribuirá notablemente a desarmar las propuestas que presenta la nueva era.
Un mensaje que retome el camino kerygmático que procure asumir el esqueleto fundamental y esencial del cristianismo, resaltará siempre el lugar central de Cristo, desde su Encarnación, su vida oculta, su vida pública y el misterio pleno de Pascua y Pentecostés.
Aquí aparecerá claramente la historicidad de lo cristiano, la plenitud de su propuesta humanista, que sintonizará plenamente con las auténticas aspiraciones humanas.
Se descubrirá aquello que formula excelentemente K. Rahner, que todo dogma cristiano tiende siempre a asumir, purificar y elevar una dimensión humana.
Aparecen con total claridad el proyecto de Dios sobre el hombre y la necesidad de asumirlo para que éste llegue a su plena y total realización
Se descubre la credibilidad de los cristiano, porque percibimos con claridad que Dios cuando nos pide algo antes nos da el doble, y por consiguiente darle, es devolverle lo que a El le pertenece como lo expresa admirablemente San Agustín.
Pero para esto, necesitamos el compromiso de toda la Iglesia, de las Iglesias locales, de todos los movimientos eclesiales, del compromiso comunitario y al mismo tiempo personal. Una Iglesia misionera convencida de que su identidad más profunda está constituida por su tarea evangelizadora, se vuelve de por sí testimonial.
Para esto no basta el compromiso de los institutos de cultura católicos, sino de todos. Cada uno desde su especificidad, pero donde todos toman en serio la misión y se sienten por el hecho mismo del bautismo en responsables de la misma.
c.- Algunas actividades y el testimonio eclesial.
Para enfrentar este fenómeno tan complejo como el de la nueva era, mediante su espíritu misionero de toda la comunidad eclesial, es indispensable que todos los miembros de las comunidades lo mismo que los agentes de pastoral, adquieran una sólida formación integral en todos los aspectos de su personalidad cristiana.
Es necesario que esta formación logre crear sólidas convicciones en los miembros de la Iglesia, particularmente a través de una catequesis permanente. Al mismo tiempo que un c9onocimiento sólido y serio de las afirmaciones fundamentales de la nueva era.
Solo de esta forma la evangelización de las propias comunidades logrará hacer de que el evangelio sea un auténtico criterio de vida y no una simple visión cosmética.[32]
Un conocimiento serio del cristianismo mediante una adecuada catequización es indispensable para enfrentar auténticamente este desafío.
Continúa
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