Se puede ser moderna, se puede ser compasiva, se puede ser todo lo que se quiera. Pero no se puede ser monja y defender lo que no es digno de un buen cristiano. Esta monja feminista y criticadora es un buen exponente de lo que es el modernismo. Hay que elegir, querida hermana: o Roma o una secta.
O la obediencia a los pastores y el sometimiento a los sagrados dogmas, o el amable cristianismo luterano del siglo XXI.
O la veneración a las Sagradas Escrituras tal cual las hemos recibido, o su fe liberada de la Tradición.
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