Vatican Insider
Jersey Vargas tiene sólo 10 años, pero ya habla como una joven política. De familia mexicana, nació en los Estados Unidos. Este día se convirtió, por casualidad, en la portavoz de millones de indocumentados hispanos. En la Plaza de San Pedro saltó una valla y llegó hasta el Papa Francisco, a quien conmovió al pedirle que intervenga ante Barack Obama contra las deportaciones de ilegales.
La pequeña llegó hasta El Vatic ano para participar en la audiencia general de Jorge Mario Bergoglio, junto con una delegación de activistas por los derechos de los hispanos en la Unión Americana. Cuando terminó el encuentro y tras saltar una valla, se adelantó hasta la primera fila donde –emocionada- le regaló al pontífice una servilleta, un recuerdo de gran valor sentimental.
Como en un primer momento no pudo referirse a la situación de sus padres inmigrantes, volvió poco después a saludar al Papa y le habló de la inminente deportación de su padre. “¿De dónde?”, preguntó el líder católico; “De Estados Unidos”, replicó ella.
“Me regresé y le dije que nos ayudara porque es injusto que muchos niños estemos pasando por la misma situación, estamos separados de nuestras familias. Me bendijo, me dio un beso y me confirmó que iba a ver al presidente Obama, yo ya me sentí más calmada porque hice una diferencia en el mundo, me dio su palabra y estoy contenta”, contó la niña al Vatican Insider.
Por alguna razón el grupo de activistas, compuesto por 16 personas de diversas organizaciones de migrantes de Los Ángeles, no pudo contar con un lugar de saludo directo al pontífice. Ellos comenzaron sus gestiones para viajar a Roma en enero pasado, con el arzobispo (de origen mexicano), José Gómez.
Ellos habían llegado hasta la plaza vaticana pensando que formarían parte del tradicional “besamanos”, durante el cual Francisco saluda a miles de personas. Pero ante su secundaria ubicación, debieron confiar en una niña de 10 años para hacer llegar su mensaje a Bergoglio.
Jersey es la tercera de cinco hermanos del matrimonio entre Mario y Dolores Vargas. Ella y otros dos de sus hermanos son ciudadanos estadounidenses, los restantes tienen permisos temporales. Sus padres llevan 14 años residiendo en el país. Desde hace más de uno el padre se encuentra en una cárcel del estado de Indiana y su deportación es inminente. La madre sostiene a la familia, que reside en la localidad de Panorama City, vendiendo tamales.
“Estoy muy feliz y emocionada porque por primera vez conocí a alguien muy importante. Yo le dije al Papa Francisco que nos ayude. Las personas que son indocumentadas no cometieron un crimen, sólo querían ayudar a sus familias, sólo querían una vida mejor”, explicó.
Y añadió: “Lloré porque por primera vez conocí a una persona tan importante, es el que está más cerca de Dios, me dio un gran honor, cuando lo vi era como un ángel, un santo. Quisiera decir a los niños que sigan luchando y peleando por sus padres porque algún día ellos volverán y ya nunca van a estar separados”.
Quizás el protocolo del Vaticano no consideró oportuno dar visibilidad al reclamo de los migrantes justo en la víspera de la primera audiencia privada entre el presidente estadounidense Barack Obama y el Papa Francisco, prevista para la mañana de este jueves 27 en el Palacio Apostólico.
Pero las dificultades no desanimaron a Francisco Moreno, el coordinador de comunidades del Consejo de Federaciones Mexicanas en Norteamérica (Cofem). Él aseguró que gran parte de los indocumentados tiene fe católica y ven en el Papa un signo de esperanza.
Recordó que más de mil personas son deportadas diariamente de Estados Unidos, para un total de más de dos millones de familias separadas, con hijos estadounidenses y padres deportados.
“(El encuentro con Francisco) fue una bendición para los migrantes, un gesto que consideramos muy importante para nuestra causa, para la gente que trabaja desde hace años en este proyecto y que creíamos imposible tener un viaje al Vaticano”, estableció.
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