Después de un exhaustivo estudio he llegado a la indudable conclusión de que la vejez tiene tres pasos.
En un primer paso, comienzan a desarreglarse los pelos de las cejas. Es como si algunos pelos comenzaran a volverse locos y a crecer en la dirección equivocada. En un segundo paso, comienzan a crecer los pelos de la nariz. En un tercer y fatídico paso comienzan a crecer los pelos del interior de las orejas.
Yo estoy en el primer paso. Las cejas estaban ahí y nunca se me pasó por la imaginación que un barrio tan pacífico de mi cuerpo pudiera dar problema alguno. ¿Por qué un pelo iba a crecer en alguna dirección contra natura?
Siempre había visto esos pelos alineados, cortitos y ordenados. Fue un compañero ucraniano en Roma el primero en dar la voz de alarma. Pensé que ese pelo era una excepción y no le di ninguna importancia. Pero una vez que se siembra la semilla de la discordia, es difícil contenerla.
Ahora ya me siento a esperar sin prisa, con resignación, la rebelión de esas otras zonas. Como Trajano cuando era consciente de que algunas regiones menores del Imperio serían imposibles de defender.
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