Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Lunes de la 6 a. Semana – Ciclo A

“Se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba le pidieron un signo del cielo. Jesús, suspirando profundamente, dijo: “¿Por qué esta generación reclama un signo? Les aseguro que no se le dará un signo a esta generación.” Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla”. (Mc 8,11-13)



Flickr: Marialegria



Cuatro líneas y una gran lección.

Los fariseos se le acercan no preguntando para saber.

Sino discutiendo con él.

Solo discute el que no está de acuerdo.

Pregunta el que quiere saber.


Además:

No se contentan con la discusión.

Le exigen un signo, una señal del cielo.

Le exigen un milagro espectacular.

Esto le causó a Jesús un profundo sentimiento de pena.

“Suspirando profundamente”.


Mientras Dios se quiere revelar en la vida sencilla para que entendamos.

Nosotros le exigimos a Dios pruebas.

Mientras Dios quiere manifestarse en el amor, nosotros le pedimos milagros.

Y esa no es la pedagogía de Dios.

Dios nos regala el don de la fe no demostrando su poder de hacer milagros.

Dios no regala la fe en base a milagros.

Dios no regala la fe en base a hacer cosas extraordinarias.

Jesús mismo lo dice:

“¿Por qué esta generación reclama un signo?” Les aseguro que no se le dará un signo a esta generación”


La fe se descubre aceptando su palabra.

La fe se encuentra descubriendo su amor.

La fe se encuentra abriendo el corazón al anuncio del Evangelio.


¿No tendremos nosotros bastante de fariseos?

¿No estaremos también nosotros pidiéndole a Dios pruebas para creer en él?

¿No estaremos también nosotros exigiéndole que nos haga milagros?

Jesús había hecho cantidad de milagros.

Y sin embargo ellos no lograron reconocer a Dios.


Sabemos que Dios puede hacer milagros.

Pero Dios no hace milagros para que creamos en él.

El único milagro que hizo para que creamos es “amarnos hasta dar la vida por nosotros”.

El mayor milagro de Jesús fue entregar su vida en la Cruz.

El mayor milagro de Jesús fue amarnos “hasta el extremo”.

Pero, con frecuencia, nosotros le pedimos milagros utilitarios.

Le pedimos milagros que nos solucionen nuestros problemas.

Y el caso es que el camino de la fe no es el milagro.

Al contrario Jesús nos pide tengamos fe para hacer milagros.

No milagros para que creamos en él.

No hace milagros para que la reconozcamos.

Hace milagros cuando nuestra fe es auténtica y verdadera.

Puedes pedirle milagros a Dios.

Pero no para creer en él.

Cree de tal forma que los pueda hacer.

La fe es fiarnos de su persona.

La fe es creer en su amor.


Solo pide milagros el que no cree.

Y creer en él no es creer en su poder.

Creemos cuando nos fiamos de él.

Creemos cuando nos sentimos amados por él.

Creemos cuando se amor nos transforma.


Señor: me basta el milagro que me haces regalándome la vida.

Señor: me basta el milagro de tu amor.

Señor: me basta el milagro de hacerme creer aunque no me concedas lo que te pido.

Señor: regálame el don de la fe aunque nunca me hagas milagros.

Señor: yo no quiero una religión milagrera sino una religión de amor.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: creer, fe, milagro, señal, signo
23:11

Publicar un comentario

[facebook][blogger]

SacerdotesCatolicos

{facebook#https://www.facebook.com/pg/sacerdotes.catolicos.evangelizando} {twitter#https://twitter.com/ofsmexico} {google-plus#https://plus.google.com/+SacerdotesCatolicos} {pinterest#} {youtube#https://www.youtube.com/channel/UCfnrkUkpqrCpGFluxeM6-LA} {instagram#}

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets