Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Viernes de la 5 a. Semana – Ciclo A

“Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le pidieron que le impusiera las manos. El, apartándolo de la gente a un lado, le medió los dedos en los oídos y con la saliva le toco la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: “Effetá” que quiere decir: “Ábrete”. Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la atadura de la lengua y hablaba sin dificultad. Y les mandó que no lo dijera a nadie; pero cuanto más lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos”. (Mc 7,31-37)



Pocas curaciones están relatadas con tantos detalles.

¿Será por la importancia y el simbolismo que encierra?


Sordo y mudo.

Le pidieron, otros no él que la impusiera las manos.

Lo apartó de la gente.

Le metió los dedos en los oídos.

Le tocó la lengua con su saliva.

Mirando al cielo.

Suspiró y le dijo “Ábrete”.

Se le abrieron los oídos y se le soltó la lengua.

Hablaba sin dificultad.


En primer lugar:

Se trata de un pobre hombre incomunicado.

Se trata de un pobre hombre que vive encerrado sobre sí mismo.

Ni puede escucha a los otros.

Ni puede comunicarse a sí mismo.

Vive la oscuridad de la soledad de sí mismo.

No es un marginado de la Ley.

El mismo es un marginado.


Vive el sufrimiento de no enterarse de lo que pasa fuera de él.

Vive el sufrimiento de no pode compartir lo que siente él.

Es un hombre encarcelado en sí mismo.

Cuando en realidad Dios ha hecho al hombre un ser social.

La comunicación nos hace ser personas.

Y Jesús lo devuelve a la comunidad.

Lo reintegra a la comunidad mediante la comunicación.


Es de admirar el sentido humano de la gente.

Que se da cuenta de su soledad.

Y es la gente la que ruega a Jesús que lo cure.

La integración a la comunidad comienza en la comunidad misma que siente compasión de de él.


En segundo lugar:

Es el símbolo del hombre que tiene los oídos cerrados a la Palabra de Dios.

Es el símbolo del hombre que no puede escuchar ni a los hombres ni a Dios.

Es el símbolo del hombre que está incapacitado por anunciar la Palabra.

Es el símbolo del hombre que está imposibilitado de comunicar sus sentimientos.

Pero también tiene la imposibilidad de anunciar la Buena Noticia del Reino.


Es un hombre que vive la soledad humana.

Y vive la soledad espiritual.

Es el hombre que sordo a los hombres y sordo a Dios.

Es el hombre que no puede hablar con los hombres, tampoco con Dios.


Jesús le abre el oído que ya es parte de la comunicación.

Jesús le toca con su propia saliva.

Como si le hiciese partícipe de su propia libertad para hablar.


Lo hace con dos gestos:

Mirando al cielo como suplicando al Padre y abriéndolo al Padre.

Suspirando, sintiendo y compartiendo su propio sufrimiento.

Pero Jesús no quiere que se divulgue.

Jesús no busca el aplauso.

Claro que la gente no puede callar.

Es la expresión de que ahora ya puede escuchar la Palabra.

Y es la expresión de que no puede callarla sino anunciarla.


Señor: ábreme el oído para que pueda escuchar el hermano que sufre.

Señor: suéltame la lengua para que pueda comunicarme con el que está solo.

Señor: abre el oído de mi corazón para escuchar a Dios.

Señor: suelta mi lengua, y que no siga siendo un mudo de tu palabra.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo A, Tiempo ordinario Tagged: comunicacion, curacion, effeta, marginado, milagro, sordo
23:11

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