“Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres” (Lc 17, 26-37). Jesús revela que el Día de su Segunda Venida será similar al diluvio en tiempos de Noé, cuando la gente “comía y bebía, compraba y vendía, plantaba y construía”, pero apenas Noé entró en el arca, cayó el diluvio que “mató a todos” y será también como el día del castigo de Sodoma, en el que cayó “una lluvia de fuego y azufre que los mató a todos”, apenas Lot salió de Sodoma.
Esta profecía de Jesús nos hace ver que en los tiempos previos al Día de la Segunda Venida de Jesús, la humanidad tendrá un comportamiento similar al comportamiento en tiempos de Noé y de Lot, es decir, la humanidad vivirá “como si Dios no existiera”, tal como lo hacía en tiempos de Noé y de Lot.
Hoy vivimos en tiempos infinitamente peores a los de Noé y a los de Lot, porque en la Antigüedad no se había producido todavía la Encarnación del Hijo de Dios y por lo tanto no se conocía su Revelación, con lo cual la culpa de los paganos se atenúa en cierto grado; en cambio, en nuestros días, ya producida la Encarnación y conocida la Revelación de Jesucristo, la humanidad no solo ha renegado del Hijo de Dios, sino que se ha volcado a un neo-paganismo mucho más agresivo, destructor y diabólico que el de la Antigüedad, porque a través de este neo-paganismo, el hombre adora a los modernos dioses paganos que, prometiendo felicidad, son portadores en cambio de tristeza, dolor, amargura, pesar y muerte, no solo física, sino también eterna. Hoy se adora al ídolo de la ciencia sin conciencia y sin Dios; hoy se adora al ídolo de la adolescencia y de la juventud, endiosándose a un estado fugaz de la existencia humana y pretendiendo que en ese estado está la felicidad humana; hoy se adora al ídolo del dinero, olvidando el hombre la advertencia de Jesús: “No se puede servir a Dios y al dinero”, y en pos del dinero, no duda en cometer los peores crímenes; hoy se adora al ídolo de la lujuria, profanando el cuerpo humano de todas las maneras posibles, olvidando que el cuerpo es “templo del Espíritu Santo” y que al profanarlo, se profana a la Persona del Espíritu Santo que mora en él; hoy se adora al ídolo de la muerte, en cuyo honor se aprueban leyes que asesinan a los niños en el seno materno, apenas concebidos, y se otorga licencia para asesinar a los que están en estado terminal, como si el hombre fuera el dueño de la vida y de la muerte, olvidando que solo Dios es el Creador de toda vida y es quien llama ante su Presencia cuando Él lo decide.
“Donde esté el cadáver se juntarán los buitres”. Jesús no dice “cuándo” sucederá su Segunda Venida, sino “dónde”, y su respuesta es enigmática: “Donde esté el cadáver se juntarán los buitres”. El cadáver indica algo sin vida y en estado de putrefacción; trasladado al mundo del espíritu, significa el Anticristo, cuya alma está muerta a la gracia de Dios; los buitres, a su vez, simbolizan a los hombres que se alimentan del cuerpo en descomposición, es decir, los hombres malvados y perversos que se alimentan del mal y son sus seguidores.
“Donde esté el cadáver se juntarán los buitres”. A diferencia de los seguidores del Anticristo, que como buitres se alimentan de las miasmas del mal, los cristianos deben alimentarse de la substancia divina contenida en el Cuerpo del Cordero, y como las águilas que remontan vuelo en dirección al sol, así los cristianos deben volar hacia donde se encuentra el Sol de justicia, Jesús en la Eucaristía, para alimentarse de su Amor.
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