Del Vatican Insider
Las relaciones entre la Iglesia y el gobierno de Evo Morales nunca han sido de las mejores. Pero, en la era del primer Papa latinoamericano, el presidente de Bolivia parece dispuesto a suscribir (al menos teóricamente) a suscribir una “tregua". En nombre de la “cultura del encuentro", que tanto enarbola Francisco, a quien visitó este viernes en El Vaticano y con quien dialogó durante 32 minutos en privado.
Este tema quedó plasmado en la nota oficial difundida por la sala de prensa vaticana tras la audiencia Bergoglio-Morales. Diplomáticamente la Santa Sede dejó en claro que este tema le interesa.
El comunicado estableció que “en la perspectiva de la cultura del encuentro se estuvo de acuerdo en la importancia de las buenas relaciones entre la comunidad eclesial y el Estado, sobre todo en temas de común interés al servicio de la entera nación".
Días antes de viajar a Roma, el presidente Evo aseguró que “ha vuelto a confiar” en la Iglesia católica, sobre todo después de la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro que, a su decir, sirvió para “relanzar la teología de la liberación".
Esta vez la actitud del mandatario fue sustancialmente distinta a la que tuvo en su anterior visita a un Papa. El 17 de mayo de 2010, al reunirse con el Papa Benedicto XVI, le entregó una carta en cual le pidió cambios radicales en la Iglesia para superar “una crisis” que la tiene “herida” y “en pecado". Ese texto propuso abiertamente “democratizar la estructura eclesiástica” a través de la apertura al sacerdocio femenino y la abolición del celibato sacerdotal.
A Francisco el presidente Morales ya no entregó ninguna carta. La audiencia de este viernes entre ambos “se desarrolló en un clima de cordialidad” y en la misma se abordaron temas internacionales, como la promoción de la paz en Siria.
El encuentro comenzó cinco minutos antes de lo previsto, porque Jorge Mario Bergoglio salió a recibir al mandatario boliviano con anticipación. Se estrecharon la mano en la Sala del Troneto, la antecámara de la Biblioteca Apostólica, donde se sentaron ante un gran escritorio. Una vez allí Morales dijo: “Para mí usted es el hermano Francisco". El pontífice respondió: “Así debe ser, así debe ser". Luego se cerraron las puertas y quedaron a solas.
En el diálogo se hizo referencia también a la “decisiva contribución de la Iglesia católica en Bolivia en el ámbito de la educación, de la sanidad, del sostén a las familias y de la asistencia a los niños y a los ancianos". Siempre según la versión oficial vaticana.
Al finalizar el presidente presentó a Jorge Mario Bergoglio los seis miembros de su delegación y se pasó a un intercambio de regalos. El Papa entregó a Morales una fina medalla de su pontificado y dos libros, uno de ellos el documento de Aparecida, texto que resume las conclusiones de la cumbre de obispos latinoamericanos de 2007. Por su parte Evo otorgó un libro titulado “Memoria gráfica. Reintegración marítima de Bolivia", que constata el histórico reclamo de ese país sudamericano por tener acceso al mar.
Mientras lo acompañaba a la puerta, Francisco dijo a su huésped: “Saludos a todos los amigos, a Dilma". Se despidieron junto a la puerta con un caluroso abrazo. La delegación boliviana siguió su recorrido en la Secretaría de Estado, donde el presidente se reunió -también en privado- con el secretario, Tarciscio Bertone, y el responsable para las Relaciones con los Estados, Dominique Mamberti.
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