Bocadillos espirituales para vivir el Tiempo Ordinario: Martes de la 23 a. Semana

“Subió Jesús a la montaña a orar; y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a los discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles”. (Lc 6,12-19)


Un momento clave en la vida de Jesús.

Es la hora de la elección del grupo fundamental que le acompañará y con el que fundará su Iglesia como anuncio y proclamación del Reino.

En los grandes momentos:

No podemos dejarnos llevar de criterios humanos.

Ni siquiera de valores humanos.

Ni de intereses humanos.

Es preciso poner el alma en comunión con Dios para escuchar su voluntad.

Por eso, Jesús se pasó solo toda la noche orando.

¿De qué habló con el Padre?

Lo más seguro que habló de los que el Padre elegía.


Cuándo tenemos que tomar decisiones está bien que consultemos.

Pero mejor si antes oramos a Dios.

Mejor si antes hablamos con Dios.

Mejor si antes sintonizamos nuestro corazón con el de Dios.


No sabemos cuáles fueron los criterios para la elección de los Doce.

Ciertamente fue una elección que respondía a los criterios del Evangelio.

Nosotros hubiésemos consultado.

Nosotros hubiésemos pedido el curriculum vitae de cada uno.

Nosotros, hasta es posible, que los sometiésemos a algún test psicológico.

¿No habría entre los discípulos que le seguían:

gente de más valer?

gente mejor preparada?

gente de mayor prestigio?

gente con mejor futuro?


Si vemos la elección con nuestros criterios humanos, ciertamente que diríamos que no fue la más acertada.

¿Quién sabe lo que fue de Tomás?

¿Quién sabe lo que fue de Felipe?

Y para colmo, des un principio sabía que uno “de ellos sería el traidor”.


Dios actúa con otra mentalidad distinta a la nuestra.

Me viene a la mente aquello que dice Pablo a los de Corinto:

“¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados!

No hay muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza.

Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo, para confundir a los sabios.

Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir a lo fuerte.

Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios;

Lo que no es, para reducir a la nada lo que es.

Para que ninguno se gloríe en la presencia de Dios”. (1 Co 1,26-29)


A Dios le encanta jugar con lo pequeño y lo débil, porque es ahí donde mejor se pone de manifiesto su amor y su Evangelio.

¿Vales poco? Luego Dios cuenta contigo.

¿Sabes poco? Luego Dios te necesita.

¿Eres un desconocido? Luego Dios te necesita.

¿Eres un sin nombre y apellido? Luego vales para Dios.


Ahora entiendo por qué un tío mío, cuando se enteró que me había ido al Seminario, exclamó: “Si mi sobrino vale para cura, yo valgo para Obispo”.

Claro que yo sí he llegado a cura.

Pero a él nunca le cayó la mitra ni por descuido.


Gracias, Señor, porque me elegiste, cuando nadie daba nada por mí y tú te la jugaste.

Gracias, Señor, porque tenían compañeros de mucha más valía, y me elegiste a mí.

Gracias, Señor, porque yo no podía pagar ni unos zapatos para ir al Seminario y tuvieron que regalármelos, y sin embargo me elegiste a mí.


Eres maravilloso, Señor.

Eres desconcertante, pero eres formidable.

“María se sentía tu esclava, y la elegiste como madre de tu hijo”.

Yo no tenía futuro alguno, y me has elegido y privilegiado.

¡Gracias porque los pequeños somos grandes delante de ti!


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo C, Tiempo ordinario Tagged: 12, apostoles, decision, discipulos, doce, llamado, oracion, vocacion

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