La liturgia diaria meditada - Os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación (Lc 11,47-54) 19/10


Jueves 19 de Octubre de 2017
Misa a elección:

Feria. Verde.
Santos Juan de Brébeuf e Isaac, presbíteros y compañeros mártires. (ML). Rojo.
San Pablo de la Cruz, presbítero. (ML). Blanco.
Beato Timoteo Giaccardo, presbítero. (Primer sacerdote de la Sociedad de San Pablo). (ML). Blanco.

Juan de Brébeuf, Isaac Jogues y muchos otros laicos y sacerdotes, participaron de las misiones jesuíticas en el actual territorio estadounidense, a mediados de 1600. Todos ellos fueron víctimas de tormentos y fueron asesinados por los aborígenes en la actual frontera con Canadá.

San Pablo de la Cruz ingresó en el seminario luego de una frustrada experiencia en la vida militar. Ordenado sacerdote, buscó un estilo de vida donde pudiese combinar el silencio, la contemplación y la austeridad junto con el apostolado y la predicación. Así fundó la Congregación de los Hermanos de la Cruz y de la Pasión de Cristo (Pasionistas). Evangelizó Italia, y dejó escritos en un diario espiritual y más de dos mil cartas. Murió en el año 1775.

Timoteo Giaccardo fue el primer sacerdote y Vicario general de la Sociedad de San Pablo (Paulinos). De él dijo el P. Alberione: “Es ejemplo de toda virtud, fidelísimo entre los fieles”. Fue como el corazón de la Familia Paulina. Abrió la primera casa en Roma por mandato del Fundador. Después de una vida totalmente entregada, murió en Roma el 24 de enero de 1948. Fue declarado beato por Juan Pablo II el 22 de octubre de 1989 (paulinos.sanpablo.es).

Antífona de entrada         Sal 129, 3-4
Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir? Dios de Israel, en ti se encuentra el perdón.

Oración colecta    
Dios todopoderoso, que tu gracia siempre nos preceda y acompañe, y nos ayude en la práctica constante de las buenas obras. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:         de santos Juan de Brébeuf e Isaac
Dios nuestro, que has querido manifestar la esperanza del reino eterno con la obra apostólica y el martirio de los santos Juan, Isaac y sus compañeros; concédenos, por su intercesión, que se fortalezca constantemente la fe de los cristianos. Por nuestro Señor Jesucristo...

O bien:         de san Pablo de la Cruz
Padre, la intercesión de san Pablo de la Cruz, presbítero, cuyo único amor fue Cristo crucificado, nos alcance tu gracia para que, estimulados por su ejemplo, abracemos con fortaleza nuestra cruz. Por nuestro Señor Jesucristo…

O bien:         del beato Timoteo Giaccardo
Oh Dios, que has guiado al beato Timoteo Giaccardo, sacerdote, en la vida y en el apostolado, con la luz de tu Palabra y la fuerza de la Eucaristía: haz que, por su intercesión, en la Iglesia y en el mundo, los instrumentos de la comunicación social sean correctamente utilizados para fomentar el bien y contribuyan válidamente en todas partes a la difusión del evangelio. Por nuestro Señor Jesucristo…

Oración sobre las ofrendas       
Recibe, Señor, las oraciones de tus fieles junto con estas ofrendas; haz que este sacrificio, celebrado con amor, nos lleve a la gloria del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión      Cf. Sal 33, 11
Los ricos se empobrecen y sufren hambre, pero los que buscan al Señor no carecen de nada.

O bien:         1Jn 3, 2
Cuando se manifieste el Señor, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Oración después de la comunión
Padre, humildemente te pedimos que así como nos alimentas con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, nos hagas partícipes de la naturaleza divina. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura         Rom 3, 21-30a
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Sabemos que la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los profetas, se ha manifestado independientemente de la Ley. Por la fe en Jesucristo, viene la justicia de Dios para todos los que creen. Porque no hay ninguna distinción: todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús. Él fue puesto por Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, gracias a la fe. De esa manera, Dios ha querido mostrar su justicia: en el tiempo de la paciencia divina, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente, y en el tiempo presente, siendo justo y justificando a los que creen en Jesús. ¿Qué derecho hay entonces para gloriarse? Ninguno. Pero, ¿en virtud de qué ley se excluye ese derecho? ¿Por la ley de las obras? No, sino por la ley de la fe. Porque nosotros estimamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley. ¿Acaso Dios es solamente el Dios de los judíos? ¿No lo es también de los paganos? Evidentemente que sí, porque no hay más que un solo Dios.
Palabra de Dios.

Comentario
“El Apóstol quiere dejar claro que la ‘ley judía’ ha sido sustituida por la ‘ley de la fe’, con la que descubrimos el verdadero rostro de Dios, el rostro de un Padre que es amor infinito y que ama a todos por igual, judíos y no judíos. Las barreras que dividen y discriminan a las personas han sido derribadas. La fe nos abre al Evangelio de salvación universal revelado en Jesús, el Mesías”.

Salmo 129, 1-4b. 5-6b
R. ¡En ti se encuentra la misericordia, Señor!

Desde lo más profundo te invoco, Señor. ¡Señor, oye mi voz! Estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria. R.

Si tienes en cuenta las culpas, Señor, ¿quién podrá subsistir? Pero en ti se encuentra el perdón, para que seas temido. R.

Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra. Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora. R.

Aleluya         Jn 14, 6
Aleluya. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”, dice el Señor. Aleluya.

Evangelio     Lc 11, 47-54
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a los fariseos y a los doctores de la Ley: “¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros. Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: ‘Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos’. Así se pedirá cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto. ¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden”. Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.
Palabra del Señor.

Comentario
“Cerrar el paso a los que intentan entrar” es lo que fundamenta la grave denuncia que destaca la terrible irresponsabilidad de las autoridades religiosas. Parece que a ellos no les alcanza con no entrar, sino que también impiden a los otros el acceso a la sabiduría, al encuentro con la verdad y, por lo tanto, al crecimiento personal. ¡Cuántos “maestros” hoy deberían temer estas palabras del Señor!

Oración introductoria
Padre, Tú derramas tu amor sin distinción, quieres que todos experimenten tu cercanía y misericordia. ¡Ay de mí porque con mi pobre testimonio cristiano puedo alejar a otros de tu cariño! Ilumina mi oración, ven y haz morada en mi corazón, para que sea un auténtico testigo de tu amor.

Petición
Jesùs, te pedimos que tomemos la mano de María donde estaremos seguros de ir por el buen camino, por el camino de la verdad y de la Iglesia, que es la misma verdad.

Meditación 

Hoy, se nos plantea el sentido, aceptación y trato dado a los profetas: «Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos los matarán y perseguirán» (Lc 11,49). Son personas de cualquier condición social o religiosa, que han recibido el mensaje divino y se han impregnado de él; impulsados por el Espíritu, lo expresan con signos o palabras comprensibles para su tiempo. Es un mensaje transmitido mediante discursos, nunca halagadores, o acciones, casi siempre difíciles de aceptar. Una característica de la profecía es su incomodidad. El don resulta molesto para quien lo recibe, pues le escuece internamente, y es incómodo para su entorno, que hoy puede extenderse a todo el mundo.

Los contemporáneos del profeta pretenden condenarlo al silencio, lo calumnian, lo desacreditan, así hasta que muere. Llega entonces el momento de erigirle el sepulcro y de organizarle homenajes, cuando ya no molesta. No faltan actualmente profetas que gozan de fama universal. ¿Nos acordamos de lo que reclamaban y nos exigían?, ¿ponemos en práctica lo que nos hicieron ver? 

Ahora, como en tiempos de Jesús, muchos analizan frases y estudian textos para desacreditar a los que incomodan con sus palabras: ¿es éste nuestro proceder? «No hay cosa más peligrosa que juzgar las cosas de Dios con los discursos humanos» (San Juan Crisóstomo).

La hipocresía es aborrecida por Dios; porque no hay nada peor en el alma de un creyente que este terrible pecado. Dios aborrece al que no es sincero y quiere aparentar lo que no es en la realidad. Dios sigue mandando al mundo de hoy los profetas que predican la verdad, pero de nuevo el hombre vuelve la vista y hace oídos sordos a la verdad. De nuevo volvemos a matar la verdad que Dios sigue proclamando. 

Mi fe en Cristo no puede estar separada de mi fe en la Iglesia y de aquí ha de brotar mi certeza de que en todo momento he de defender sus enseñanzas. Cuando una Iglesia se cierra, la gente pasa ante sus puertas y no puede entrar. «Y aún peor, el Señor que está ahí adentro no puede salir». Lo mismo, de manera análoga, puede suceder con toda la Iglesia de Cristo, si ante sus puertas se interponen como barrera los nuevos «doctores de la Ley». Los que transforman la fe en ideología, y alejan a todos los demás de los jardines y de los pozos de la gracia.  

También hoy existen esos que creen que tienen en sus manos la clave del conocimiento, y no abren la puerta. Peor, «se detienen en la puerta, hacen barrera y no dejan entrar a los demás. De esta manera sabotean la enseñanza misma de Cristo, que dice otra cosa: “vayan, salgan a todo el mundo. Enseñen, bauticen. Vayan a los cruces de las calles y traigan a todos adentro. Buenos y malos”. Es lo que dice Jesús, todos adentro».
  
El origen de esta actitud de «las llaves en el bolsillo y de la puerta cerrada» es, un «proceso espiritual y mental». No les interesa «Jesús, su ternura, su mansedumbre». Son «rígidas»; en ellas «el conocimiento de Jesús se transforma en un conocimiento ideológico, e incluso moralista», como sucedía en tiempos de Jesús, cuando los doctores de la Ley «cerraban la puerta con tantas prescripciones». Y «cuando un cristiano se vuelve discípulo de la ideología, ha perdido la fe. Ya no es discípulo de Jesús. Es discípulo de esta actitud». 

«La ideología», espanta, aleja a la gente. Aleja, aleja a la gente y aleja a la Iglesia de la gente». La de los «cristianos ideológicos», es una «enfermedad grave», pero no es nueva: ya el apóstol Juan en su Primera Lectura hablaba de ellos, de los «cristianos que pierden la fe y prefieren la ideología», convirtiéndose incluso en «rígidos moralistas, pero sin bondad». Y, si un buen cristiano los regaña, su reacción es la misma de los fariseos ante Jesús, tal como la narra el Evangelio de la misa de hoy: «Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación». La tentación de desnaturalizar el cristianismo y convertirlo en una ideología puede tocarnos a todos. Y no se combate con disputas culturales.

 El origen de esta posible desnaturalización, se encuentra en la falta de la oración. «La clave que abre la puerta de la fe siempre es la oración». Y solo entonces el testimonio del cristiano puede convertirse en «un testimonio soberbio, orgulloso», en el que se alaba a sí mismo y se busca la «propia promoción». En cambio, cuando un cristiano reza de verdad, y no se limita a «decir oraciones», como los fariseos, «no se aleja de la fe». Solo de esta manera permanece en su humildad y no corre el peligro de convertirse en una persona que «cierra el camino al Señor».

Diálogo con Cristo
Padre bueno, dame la gracia de salir de esta oración decidido a vivir siempre con autenticidad venciendo el miedo al qué dirán, la rutina o ley del menor esfuerzo, para aspirar a ser tu discípulo y misionero. Aumenta mi generosidad para aportar todas mis cualidades, mi ingenio e incluso mis recursos materiales para llevarte a los demás.

Propósito
Ante las dificultades del día de hoy, recitar la jaculatoria: Cristo, en Ti confío.

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