La liturgia diaria meditada - Los signos de los tiempos (Lc 12, 54-59) 27/10



Viernes 27 de Octubre de 2017
De la feria
Verde.

Martirologio Romano: En Brescia, en Lombardía, santa Teresa Eustoquio (Ignacia) Verzeri, virgen, fundadora del Instituto de las Hijas del Sacratísimo Corazón de Jesús (1852). Fecha de canonización: 10 de Junio de 2001 por Juan Pablo II.
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Antífona de entrada          Sal 16, 6. 8
Yo te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: Inclina tu oído hacia mí y escucha mis palabras. Protégeme como a la pupila de tus ojos; escóndeme a la sombra de tus alas.

Oración colecta     
Dios todopoderoso y eterno, concédenos permanecer fieles a tu santa voluntad y servirte con un corazón sincero. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        
Te ofrecemos, Señor, estos dones, con un corazón libre y generoso, para que tu gracia nos purifique por estos misterios que ahora celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        cf. Sal 32, 18-19
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de indigencia.

O bien:         Mc 10, 45
El Hijo del hombre vino para dar su vida en rescate por una multitud.

Oración después de la comunión
Concédenos Padre, que la participación en esta eucaristía nos ayude para aprovechar los bienes temporales y alcanzar los bienes eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Rom 7, 18-25a
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Sé que nada bueno hay en mí, es decir, en mi carne. En efecto, el deseo de hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo. Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Pero cuando hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el pecado que reside en mí. De esa manera, vengo a descubrir esta ley: queriendo hacer el bien, se me presenta el mal. Porque de acuerdo con el hombre interior, me complazco en la Ley de Dios, pero observo que hay en mis miembros otra ley que lucha contra la ley de mi razón y me ata a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Ay de mí! ¿Quién podrá librarme de este cuerpo que me lleva a la muerte? ¡Gracias a Dios, por Jesucristo, nuestro Señor!
Palabra de Dios.

Comentario
¡Cuántas veces habremos experimentado esta división de la que habla san Pablo! Solo la fuerza del Espíritu de Dios logra superar nuestra debilidad. Presentemos honestamente a Dios nuestra flaqueza para que él pueda hacer su obra.

Salmo 118, 66. 68. 76-77. 93-94
R. ¡Enséñame tus mandamientos, Señor!

Enséñame la discreción y la sabiduría, porque confío en tus mandamientos. Tú eres bueno y haces el bien: enséñame tus mandamientos. R.

Que tu misericordia me consuele, de acuerdo con la promesa que me hiciste. Que llegue hasta mí tu compasión, y viviré, porque tu ley es toda mi alegría. R.

Nunca me olvidaré de tus preceptos: por medio de ellos, me has dado la vida. Sálvame, porque yo te pertenezco y busco tus preceptos. R.

Aleluya         cf. Mt 11, 25
Aleluya. Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste los misterios del Reino a los pequeños. Aleluya.

Evangelio     Lc 12, 54-59
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús dijo a la multitud: “Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede. Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente? ¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo? Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo”.
Palabra del Señor.

Comentario
La vida de fe exige una mirada aguda y contemplativa para conocer y discernir lo que va sucediendo durante su transcurso. Dios va dejando señales en nuestro camino, que hay que saber mirar para poder ir descubriendo su voluntad a cada paso.

Oración introductoria
Padre, te pedimos que al escuchar tus palabras, nos des la gracia que nos permite esperar y encaminarnos llenos de confianza a Tu encuentro, como Juez, como nuestro "abogado".

Petición
Jesús, te pedimos que nos des la gracia de ser capaces de leer los signos de los tiempos, de discernir lo esencial de lo accidental y de conocer la solidez de Tu doctrina y ponerla en práctica.

Meditación 

Hoy, Jesús quiere que levantemos nuestra mirada hacia el cielo. «Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo?» (Lc 12,56). Muchos de los que escuchaban a Jesús dejaron perder una ocasión única en la historia de toda la Humanidad. No vieron en Jesús al Hijo de Dios. No captaron el tiempo, la hora de la salvación. Los tiempos cambian pero las palabras de Cristo y de su Iglesia permanecen y permanecerán eternamente.

¿Somos capaces de leer los signos de los tiempos, de discernir lo esencial de lo accidental? ¿Somos de los cristianos que conocen la solidez de la doctrina del Señor y la ponen en práctica? De allí la sabia recomendación de Cristo: vivir con justicia, saber dar a Dios lo debido y a los hombres. 

Y en el corazón de tal justicia, que está lejos de ser una legalista y fría justicia humana, encontramos el perdón y la misericordia. Si falta el ingrediente del perdón, para obtener la conversión del corazón; si falta la virtud de la misericordia para saber perdonar a quien nos lo pide, no hay verdadera justicia y somos de los que aparentamos una vida incólume, adaptada a los tiempos, pero en realidad no somos más que una figura de cristiano.

Se recuerda que Dios ha concedido unos dones, que se han de emplear y multiplicar, pues a su regreso preguntará cómo se han utilizado. En la parábola del juicio final, se describe la segunda venida del Señor y se advierte que seremos juzgados en la caridad, según lo que hemos amado a los demás, especialmente a los más necesitados. No se conoce ni el día ni la hora del regreso de Cristo; lo que se pide es estar preparados para el encuentro, que significa saber ver los signos de su presencia, tener viva la fe con la oración y con los sacramentos; se trata de ser vigilantes para no dormirnos; ser vigilantes, para no olvidarnos de Dios.

Propósito
Pidamos al que es Justísimo, el don de la verdadera justicia y Él que brilla en justicia y verdad no tardará en donárnosla con amor. 


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