La buena teología, la gran teología, y la de los teólogos domingueros del Facebook se diferencian como la ilustración de ayer y el dibujo de hoy. Aunque el autor del dibujo de hoy no acabe de ver la diferencia.
Los ejemplos de ayer muestran como los buenos cristianos siguen rodeando de cariño y respeto al Papa Francisco. Hay otras ovejitas que se han ido por caminos más raros. Y en esos caminos algunos corderos han aprendido a ladrar. A ladrar contra los pastores, a pesar de saber que hay pastores de los pastores. Pero esos laicos con blog ya no se fían de nadie, salvo de sí mismos.
Si existe el protestante que toma la Biblia y la interpreta a su manera, existe el tradicionalista que toma el Magisterio y lo interpreta a su manera. Lo de vivir y sentir la fe en una comunidad no va con ellos. Ellos son faros, guardianes, profetas, el rebañito de los pocos que se dan cuenta que todos los demás se han equivocado. Todo esto = a secta.
¿Qué responden a esto? Pues responden que es la Iglesia Universal la que es una secta, que es lo que siempre han dicho los sectarios. Y, encima, te añaden que los laicos tienen el derecho de corregir a los pastores. Por supuesto. Pero toda corrección se debe hacer siguiendo las normas elementales de la caridad, el respeto y la sumisión a una autoridad (la de los pastores de la Iglesia) que no es mundana.
Estos te dicen que los cardenales son una secta, que son masones, que son reptilianos y encima quieren darte la dirección para que les envíes una caja de bombones y una botella de sidra.
Y así ese treintañero dice públicamente que yo he sufrido una instigación del demonio, y se queda tan pancho. Pues para que te enteres, ¡yo nunca he sentido ninguna instigación del demonio! A mí no me ha instigado nunca. Al revés, me ha dicho que soy muy bueno y que siga por este camino.
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