Del Vatican Insider
Francisco no es el Papa de los gestos sino de los procesos. Se comunica con gran libertad y sencillez, por eso no necesita de intérpretes. Eso es un gran desafío para los periodistas. En entrevista con el Vatican Insider Antonio Spadaro, director de la revista “La Civiltà Cattolica”, analiza la relación del pontífice argentino con los medios de comunicación.
¿Qué aspecto “mediático” destacaría más en estos dos años de pontificado?
Un aspecto importante me parece que es el lenguaje. El Papa en su modo de comunicar se adapta al lenguaje ordinario, normal. No usa un nivel lingüístico que exija una mediación para ser comprendido, su mensaje llega en el momento que parte porque usa expresiones de jerga, expresiones que lo ponen directamente en contacto con el modo de hablar de las personas. Cada uno toma de su discurso lo que necesita, pero sin necesidad de una interpretación que a veces los medios hacen pero que resulta superficial, porque él usa un lenguaje que no necesita de hermeneutas. Esto ha seguramente desconcertado mucho a la opinión pública, o los periodistas no habituados.
Después de algunas frases malentendidas suyas, ya se habla de “la imprudencia del Papa”. ¿Es imprudente?
El lenguaje del Papa vive en un contexto de relaciones. Si se toman frases y se descontextualizan o incluso se traducen mal, no se comprenden. Se debe estar atento que cuando el Papa habla lo hace en un contexto preciso de referencias. Su comunicación ciertamente puede estar en riesgo, cada vez que el lenguaje se hace próximo a las personas, no es álgido, frío, distante o estudiado, corre el peligro de ser instrumentalizado. Pero el valor profundo que la gente capta inmediatamente es este lenguaje cercano a la sensibilidad ordinaria.
Como sus palabras tienen eco en la plaza física, en San Pedro, también tienen un eco en la plaza digital. Entonces vemos que los seguidores de la cuenta del Papa en Twitter llegaron a 19 millones y existe gran interés, no tanto por los comentarios a lo que él dice sino por escuchar su voz directa.
¿Cómo afecta esto al circuito mediático?
Los periodistas viven un desafío importante, deben repensar el modo en el cual refieren las cosas que corresponden a la vida del Papa y lo que dice. Como aquello que él dice llega inmediatamente a destino, no tienen necesidad de ser interpretado y es muy cercano al lenguaje de la gente, a veces la mediación periodística se vuelve estorbosa.
Al principio se hablaba de una “luna de miel”, por la imagen positiva del Papa, ¿este tiempo ya se acabó?
No se si hablar de “luna de miel”. Diría que hubo una sintonía inmediata entre el Papa y un deseo presente en la sociedad de una palabra capaz de tocar el corazón y dar esperanza. Esta relación con el Papa continúa viva en su intensidad porque la gente reconoce autenticidad en él. Esto no vale sólo para los cristianos, también otros campos como el político se dejan inspirar por un modo que Francisco ha impuesto. Un estilo de sencillez, de sobriedad, de verdad.
Algunos críticos sostienen que habla demasiado y hace demasiado, por eso se vuelve repetitivo y puede cansar, ¿es así?
El Papa está creando un nuevo equilibrio, vemos como ha dado entrevistas tanto a grandes medios como a periódicos locales o grupos de jóvenes. Así como existen discursos suyos de mucha relevancia que en realidad repiten cosas ya dichas, hay homilías quizás secundarias que, en realidad, expresan contenidos de gran importancia. Él se mueve en registros distintos, desafía la comunicación como ha sido entendida hasta ahora, mezclando los géneros y no diferenciando un nivel alto o bajo. Si siente la necesidad de dejar de lado sus discursos preparados lo hace, para establecer un contacto más directo con la gente. Este hombre se mueve empujado no tanto por estrategias o tácticas, cuanto por sensibilidades que se expresan en el momento y busca una comunicación lo más real posible.
¿Qué se puede esperar de ahora en adelante?
Este no es el Papa de los gestos sino de los procesos y los procesos se desarrollan en el tiempo, que puede ser tranquilo o puede reservar sorpresas. No es la sorpresa a lo que apunta sino a la eficacia de los procesos. En este momento prosigue en su obra de renovación. Se puede esperar, más allá de las sorpresas que él considera como ordinarias, una profundización de los procesos iniciados que puedan reconfigurar un rostro aún más evangélico de la Iglesia.
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