“Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? Padre, líbrame de esta hora. Pero, si para esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre”. Lo he glorificado y volveré a glorificarlo” (Jn 12,20-33)
En este quinto domingo de cuaresma Jesús nos habla de su enfrentamiento con la muerte que ya parece inminente.
La interpreta a la luz del grano que muere para dar fruto.
La interpreta como glorificación del Padre.
La interpreta como glorificación del Hijo.
Y la interpreta como el lugar a donde todos tenemos una cita, porque es en ella donde atraerá a todos hacia él.
No pide al Padre que le evite ese trago amargo de la Cruz.
Al contrario, reconoce que ese es su destino y que para eso ha venido.
Y que es precisamente convirtiéndose en grano que el Espíritu podrá recolectar la cosecha.
Todos vemos el morir como el desaparecer.
Jesús lo ve como una manera de triunfar sobre la misma muerte.
No es que Jesús ame el morir.
Pero ilumina ese momento, dándole sentido.
Mira a la muerte por detrás.
Mira a la muerte por su reverso.
Mira a la muerte por los valores que encierra.
Y ahora la pregunta que todos estamos llamados a hacernos es: ¿Y nosotros estamos dispuestos a morir? Como Jesús, ¿nos atrevemos a ser grano que muere para que demos nuestro verdadero fruto, y glorifiquemos al Padre y seamos glorificados por él?
Atrévete hoy a morir. Atrévete a renunciar a ti mismo para preocuparte de los demás. Nadie celebrará ni llorará esa tu muerte. Pero no deja de ser muerte. Bueno, es una muerte que en realidad te da más vida. Para seguir a Jesús, los mejores son aquellos que “se niegan a sí mismos”.
Atrévete hoy a morir. Muy fácil. Cuando en casa te acusen de todo, te hagan responsable de todo. Porque tú fuiste el causante de esto y lo otro. Tú calla. No respondas. Sí, ya sé que tus hígados te arderán… es que la muerte siempre quema por dentro, cuando a Jesús le acusaron, el Evangelio dice que “Él callaba”. El silencio también es muerte.
Atrévete hoy a morir. Si te acusan, si sientes que hablan mal de ti, que murmuran de ti. No hagas caso. No te defiendas. ¿Que tú tienes la razón? ¿Y crees que Cristo no tenía razón cuando le acusaban? Pero no se defendió. Prefirió callarse. Deja que sea tu vida tu mejor defensa.
Atrévete hoy a morir. Olvídate de tus intereses y dedícate a satisfacer las preocupaciones de los demás. El tiempo que inviertes dedicándoselo a los demás, es tu mejor inversión. Duele dejar lo tuyo por los demás. Pero eso te hace revivir por dentro.
Atrévete hoy a morir. Hoy decídete a ser tú mismo, aunque te traiga consecuencias con los amigos. Decídete a ser coherente contigo mismo, aunque todos te digan que no sabes vivir la vida. Decídete a ser fiel, por más que te digan que “no sabes lo que te pierdes”…. También los amigos te van ayudando a morir a poquitos, esa muerte lenta y dolorosa.
Atrévete hoy a morir. Es muy simple. Di la verdad, aunque te traiga complicaciones. Di la verdad, aunque te descubran culpable. Di la verdad, aunque con ello dejes de ganar más dinero. Habrás muerto por la verdad en vez de vivir con la mentira metida dentro de ti. Tu vida ya perdería mucho de vida….
Atrévete hoy a morir. No elijas ni escojas tu muerte. Acepta la que te toca. Acepta el sufrimiento tal y como viene. Acepta la enfermedad tal y como viene. Si te duele el pie, no prefieras que sea la mano. No escojas tus sufrimientos. Te son suficientes los de turno. Quien hace selección en los sufrimientos termina eligiendo los peores.
No busques muertes espectaculares. Conténtate con esas muertes vulgares de cada día, pero que duelen como todas las muertes.
Sólo lo que muere resucita y da nueva vida.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo B, Cuaresma Tagged: cruz, generosidad, humildad, muerte, padre, verdad
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