Bocadillos espirituales para vivir la Cuaresma: Lunes de la 5 a. Semana – Ciclo B

“Los escribas y fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La Ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; ¿tú que dices?” Y les dijo: “El que esté sin pecado que tire la primera piedra”. Ellos se fueron escabullendo uno a uno. “¿Ninguno te ha condenado? “Ninguno, Señor”. “Tampoco yo te condeno. Anda y en adelante no peques más”. (Jn 12,1-11)



¡Qué fácil descubrir el pecado de los demás!

¡Qué fácil es escandalizarse del pecado de los demás!

¡Qué fácil es condenar el pecado en los demás!


Esta mujer ha cometido adulterio.

¿Le aplicamos la Ley de Moisés?

¿La apedreamos?

¡Aquí tenemos las piedras!

¿Tú qué dices?


En este caminar cuaresmal es el momento:

De abrirnos al perdón de Dios.

De dejarnos perdonar por Dios a través de la Iglesia.

De renovarnos y limpiarnos de todas las basuras que llevamos dentro.


Dios no justifica el adulterio.

Pero Dios es capaz de amar y perdonar el adulterio y cualquier otro pecado.

Y la cuaresma ha de ser el tiempo de Dios para perdonar.

Y es el tiempo en el que la Iglesia está llamada a ejercer el perdón y revelar el amor de Dios.


Y esto es lo que el Papa Francisco pide a los sacerdotes:

Francisco les pidió que “por favor, tengan esa capacidad de perdón que tuvo el Señor, que ¡no vino a condenar sino para perdonar!

Tengan misericordia, tanta misericordia!

Y si les viene el escrúpulo de ser demasiado ‘perdonadores’ piensen en el santo cura del que les hablé que iba delante del Santísimo y decía:

“Señor, perdóname si he perdonado demasiado, pero eres tú el que me ha dado el mal ejemplo de perdonar tanto”.


Y manifiesta su dolor por el hecho de que muchos se alejen de la Iglesia y de la confesión porque no han experimentado el amor de Dios:

“Es así…Pero yo les digo verdaderamente, que siento tanto dolor cuando encuentro gente que no va a confesarse porque ha sido maltratada, muy mal, regañada; ¡han visto como les cerraban las puertas de la Iglesia en la cara!

Por favor no hagan esto: misericordia, misericordia.

El buen pastor entra por la puerta y la puerta de la misericordia son las llagas del Señor: si ustedes no entran en su ministerio por las llagas del Señor, ustedes no serán buenos pastores”.


La razón es clara:

“¡La misericordia es el corazón del Evangelio!

Es la buena nueva de que Dios nos ama, de que ama siempre al pecador y con este amor lo atrae hacia sí y lo invita a la conversión.

No olvidemos que, a menudo, a los fieles les cuesta trabajo confesarse, sea por motivos prácticos, sea por la dificultad natural de confesar a otro hombre los pecados propios”.


Por eso:

“es necesario trabajar sobre nosotros mismos, sobre nuestra humanidad, para que no representemos nunca un obstáculo sino para que favorezcamos siempre el acercamiento a la misericordia y al perdón. ¡La confesión no es un tribunal de condena, sino una experiencia de perdón y misericordia!”.


Clemente Sobrado C. P.




Archivado en: Ciclo B, Cuaresma Tagged: confesion, juicio, misericordia, penitencia, perdon, reconciliacion
23:09

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