Esta foto es de la catedral con las puertas cerradas, antes de abrirla para que entrara la procesión del Domingo de Ramos con el obispo, sacerdotes, diáconos y miles de fieles.
Yo estaba dentro por culpa de hernia discal. Esas procesiones en las que hay que estar de pie, casi sin andar, durante hora y media o más me resultan ya totalmente contraproducentes. Así que opté por esperar dentro.
En la foto se ve a don Manuel y Antonio uno de los sacristanes de la catedral. A don Manuel le conozco desde que era un jovencísimo cura vecino mío de mi primera parroquia. Un hombre bueno, piadoso, honesto, responsable y que, desde que se entregó al servicio de la Iglesia, no ha buscado otra cosa que servir a la Iglesia. En la foto tiene cara de asceta, mientras que yo la tengo de rollizo teólogo. Bien es verdad que borré una foto anterior en la que salía él una cara mucho menos favorecida.
Estuve confesando en la catedral durante la misa. Estos días hay muchas confesiones. Por la tarde tuve mi propia celebración en el convento del que soy capellán.
Mañana tengo dentista y trabajaré en mi novela sobre San Pablo. Qué bonita es la primavera. Me he dado un paseo tras la comida y los prados con flores bajo el cielo azul estaban impresionantes.
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