a la mansa llamada que amorosa
solicita la tierra poderosa
con un aliento extraño en su alma abierta.
Un hondo corazón se me despierta
para darse a este amor que no reposa;
¡ay amor de la tierra!, ¡ay clara rosa
en que revive mi esperanza muerta!
Horizontal mi carne, mi entrañable
humanidad de barro dominado;
mientras un grito surca lo impalpable.
Mis ojos al azul se han levantado
¡Tengo amor a la tierra deleznable
y estoy también del cielo enamorado!
FUE PARA DÁMASO ALONSO "LA JUVENTUD QUIZÁ MÁS TRASPASADA DE VIDA Y ESPÍRITU". CARLOS BOUSOÑO, GRAN AMIGO SUYO Y POETA, SEÑALABA QUE "ESTOS VERSOS TIENEN UN SEGURO PUESTO ENTRE LAS VOCES AUTÉNTICAS DE NUESTRO GRAN SIGLO LÍRICO." NO CABE DUDA DE QUE SUS VERSOS Y SU VIDA -ÍNTIMAMENTE UNIDOS- SIGUEN HABLANDO AL CORAZÓN DE CADA HOMBRE Y MUJER QUE BUSCA "AQUELLA ETERNA FONTE".
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