Es un misterio, pero en el hospital donde trabajo como capellán, rara es la semana que alguien no me pregunta si soy jesuita.
Lo cual es muy gracioso, porque generalmente a los jesuitas la gente les pregunta con sorpresa: ¿Ah, pero es que es usted jesuita? Mientras que en mi caso es justamente al revés: ¿Es usted jesuita, verdad?
Me pregunto que hay en mi cara o en mí para que esa pregunta me acompañe continuamente. Animo a algún hijo de San Ignacio a que me dé alguna respuesta si la tiene. Quién sabe si Masiá tendrá la respuesta y quién sabe si querrá dármela.
Tenemos ingresada a una mercedaria. Esta religiosa ya la conocía yo desde hace años y siempre me pareció muy simpática. Siempre me alegra tener religiosas en el hospital y visitarlas. Es como tener a alguien de la familia en la casa. Y en este hospital siempre hay ingresado un cura o una religiosa. Una semana hubo en que tuvimos a un cura y a tres jesuitas; estos sí, jesuitas auténticos.
Hoy hemos tenido exposición del Santísimo Sacramento antes y después de la misa. Siempre es muy bonito ver a enfermos, familiares y médicos reunidos en torno al altar. Hoy, incluso, han cantado muy bien.
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