“Dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: “Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y les dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a cada cual según se capacidad; luego se marchó… Finalmente se acercó el que había recibido un talento y dijo: “Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo”. (Mt 25,14-30)
Jesús habla con frecuencia de “irse”.
Pero siempre es un “irse de viaje”.
Es un irse para volver.
“Me voy y volveré a vosotros”.
Y mientras El se va la obra del Reino y la suerte del Evangelio la deja en mano de sus empleados que somos cada uno de nosotros.
Nos deja el Evangelio, pero no para que lo encuadernemos bonito y lo pongamos el los estantes de la Biblioteca Vaticana o Biblioteca Nacional.
Nos lo deja para que lo hagamos fructificar.
Nos deja su Reino, su Iglesia.
Pero para que le demos vida y la hagamos nueva cada día.
Me llama la atención lo que dice “a cada uno según su capacidad”.
Es no todos lo podemos hacer todo.
Pero todos podemos y tenemos que hacer algo.
No todos tenemos las mismas capacidades ni los mismos dones.
Pero, cada uno tenemos los nuestros.
Y cada uno estamos llamados a hacer fructificarlos.
En la Iglesia todos somos responsables.
Cada uno tenemos nuestra tarea:
Yo como religioso y sacerdote.
Tú como esposo/a.
Tú como hijo y hermano.
Tú como seglar metido en los negocios o en la política.
Jesús alaba:
A los que saben de sus exigencias.
Y sin embargo se arriesgan.
Prefiere que se equivoquen, a que se mueran de miedo.
Prefiere que fracasemos, a que nos acurruquemos para que nadie nos vea.
Prefiere que pongamos de lo nuestro, incluso si fallamos.
En cambio condena:
Al que, conociéndolo se refugia en su seguridad.
Al que, por miedo a fracasar no hace nada.
Al que, por miedo a equivocarse esconde el talento recibido bajo tierra.
Cuando Jesús vuelva:
¿querrá encontrar la Iglesia como El nos la dejó?
¿querrá encontrar el Evangelio como El nos lo dejó o con nuevas ediciones actualizadas?
¿querrá encontrar el mundo como El nos lo dejó, o mejorado, más humano, más justo?
Cuando leí la frase de Martini: “la Iglesia está doscientos años atrasada”, me asusté.
¿No será que hay demasiado miedo a todo cambio?
¿No será que hay demasiado miedo a caminar con la historia?
¿No será que hay demasiado miedo a equivocarnos?
¿No será que hay demasiado miedo a ser más creativos con el Evangelio?
¿No será que hay demasiado miedo a no ser fieles al pasado, y preferimos ser infieles al presente?
Jesús no nos dejó el Evangelio para que lo enterrásemos y se lo devolviésemos sin usar.
Jesús no nos dejó la Iglesia para que la enterremos en el pasado y se la devolviésemos envejecida?
Jesús no nos dejó su Reino para que lo enterremos y se lo devolvamos como El nos lo entregó?
Jesús prefiere:
La creatividad.
El riesgo del hoy y del mañana.
La valentía de abrir nuevos caminos a su Evangelio.
La valentía de hacer nuevas experiencias que respondan al hombre de cada época.
¿No necesitará Jesús administradores de sus bienes que se pongan a negociarlos y entregarle cuando vuelva, lo que nosotros hemos hecho y avanzado?
Hay que ser fieles al Evangelio.
Pero el miedo al cambio y la novedad no es fidelidad.
Es cobardía.
Y la cobardía no va con el Evangelio. El es el primero hacer de viejo algo nuevo.
Claro que, por eso le mataron.
El miedo también puede matar a los creadores.
Clemente Sobrado C. P.
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