Domingo 14 Tiempo Ordinario – C
El Evangelio de hoy, responde evidentemente a la mentalidad y a la realidad concreta del tiempo de Jesús. Pero que luego se ha convertido en la novedad cristiana desde las primeras comunidades.
Ya no se trata de los Doce.
Se trata de los setenta y dos.
Y si sabemos que lo del siete significaba entre ellos “todos”, “universalidad, las consecuencias quedan claras.
El Evangelio es para todos.
Y por tanto, el anuncio del Evangelio es compromiso de todos.
Y me gusta la frase de Jesús, que la repetirá también más tarde: “los mandó por delante a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir él”.
Jesús anuncia una religión diferente.
Jesús no anuncia la religión del templo.
Jesús anuncia la religión de los caminos.
Jesús no anuncia la religión de esperar que a los otros vengan.
Jesús anuncia la religión de ir a donde los otros están.
Jesús anuncia la religión que hay que llevar a todos los pueblos y lugares.
Jesús no anuncia la religión de las cómodas bancas del templo.
Jesús anuncia la religión de las sandalias y los caminos.
No niega el culto, que siempre será una actitud fundamental de cara a Dios.
Pero Jesús no nos encierra en el templo a rezar.
Jesús envía a caminar.
Los nuevos templos serán los caminos que llevan al encuentro con los hombres.
Pablo lo entendió muy bien.
Es el hombre peregrino, nunca instalado, sino siempre caminando.
Es el hombre que no espera sentado, sino que sale a buscar por los caminos de la vida.
Por eso, nunca lo vemos quieto.
Es posible que nosotros hayamos dado más importancia al culto del templo que al andar por los caminos.
Es posible que nosotros hayamos tocado demasiadas campanas para que la gente venga, en vez de ir nosotros a donde la gente vive.
Es posible que nosotros hayamos dado más importancia a las grandes catedrales que a los senderos y caminos no siempre asfaltados.
Mientras nosotros hemos gritado: “vengan que les esperamos”, Jesús decía “os envío, o mando por delante” abriendo y preparando caminos a donde yo pueda llegar.
Mientras nosotros invitamos al templo, él nos envía y que entremos en la primera casa que encontremos.
La religión de Jesús no es la religión del templo.
Por eso tampoco es la religión donde los únicos responsables son los sacerdotes.
Es la religión de los caminos donde todos somos responsables de prepararle el camino.
El Evangelio es compromiso no solo de los Doce, sino también de los “setenta y dos”, es decir de todos.
Por eso es la religión de “las sandalias”.
Es la religión del “bastón” del caminante.
Es la religión de la libertad, “sin grandes equipajes”.
No seremos nosotros los que:
Cambiemos los corazones.
Convirtamos los corazones.
Salvemos a los hombres.
A nosotros nos toca sencillamente ir por delante, como Juan el Bautista, anunciando al que “viene detrás de nosotros”.
Por eso los envía a los lugares a “donde él pensaba ir”.
Siendo niño, me encantaba ir a la carretera y pasarme un rato con el que llamábamos “lagüeiro”. Yo tenía un pariente “lagüeiro”. Era el encargado de cuidar los baches de la carretera que entonces no conocía el asfalto.
Todos somos “lagüeiros” que vamos limpiando las cunetas de los caminos y rellenando los baches, para cuando venga él.
El que toca los corazones es Jesús, pero nosotros le vamos abriendo la puerta.
El que entra dentro de cada uno es Jesús, pero nosotros procuramos que la puerta no esté cerrada.
Y esto lo tenemos que hacer todos.
Aquí todos somos responsables de todos.
Prohibido “tocar las campanas”.
Nosotros hemos de ser “las campanas” para despertar a los dormidos.
Clemente Sobrado C. P.
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