Los talleres que hay allí son el paraiso de aquellos que aman las imágenes religiosas. Durante años he esperado a poner en mi casa una imagen de la Santísima Virgen María. El día que la ponga, me decía, tiene que ser una imagen que me entusiasme.
He encontrado una que es estupenda. Me voy a dar unos días para pensármelo. Pero es una imagen soberbia, que verdaderamente me da devoción. En mi casa tardé años en poner un crucifijo. Pero cuando lo compré, compré algo que me satisfizo completamente y aquí está señoreando mi salón desde hace años. Lo mismo con la imagen de la Virgen. Cuando compre una imagen de Ella será porque su visión me llene de devoción, sea barata o costosa. Si la Virgen es un Tesoro de Dios, bien se merece que la imagen sea un tesoro.
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