“El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó… ¿Quieres que vayamos a arrancarla?” “No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta al siega”. (Mt 13,24-30)
Son muchos los que siembran.
Son muchas las clases de semillas.
Mientras unos siembran buena semilla de trigo,
Otros siembran cizaña.
Mientras unos siembran paz, otros siembran guerra.
Mientras unos siembran bondad, otros siembran enemistad.
Mientras unos siembran amor, otros siembran odio.
Mientras unos siembran comprensión, otros siembran incomprensiones.
Mientras unos siembran verdad, otros siembran mentira.
Mientras unos siembran unión, otros siembran división.
Mientras unos siembran alegría, otros siembran tristeza.
Mientras unos siembran bienestar, otros siembran pobreza.
Algunos siembran verdad, pero luego se duermen.
Algunos siembran bondad, pero luego se duermen.
Algunos siembran Evangelio, pero luego se duermen.
Es curioso:
Mientras unos se duermen, nunca faltan los que están despiertos.
Los ladrones suelen aprovecharse mucho de nuestro plácido sueño.
El gran peligro que todos tenemos es “quedarnos dormidos”.
Porque otros aprovechan nuestro sueño para sembrar otras cosas.
Nos lamentamos de que muchos abandonan la Iglesia.
¿No será que nosotros entre tanto nos quedamos dormidos?
Mientras nos preocupamos de unos pocos, otros quedan abandonados.
Bella imagen de la Iglesia:
Tenemos una Iglesia santa.
Pero, a la vez, tenemos una Iglesia de santos y pecadores.
Tenemos una Iglesia de buenos y malos.
Una Iglesia con rostro de santidad, pero también una Iglesia con demasiados rasguños en sus vestidos.
Una Iglesia con rostro de santidad, pero también demasiados malos escondidos bajo su santidad, hasta que una mañana se destapan y vienen los escándalos.
Claro que muchos tienen soluciones radicales:
“¿Arrancamos la cizaña?”
Dios no es de los que “arranca la cizaña”.
Deja que “trigo y cizaña crezcan juntos”.
Deja que “buenos y malos crezcan juntos”.
Deja que “santos y pecadores caminen juntos”.
Muchos tenemos demasiadas prisas para echar fuera a los malos.
Dios no tiene prisa y prefiere siempre esperar.
Arrancar la cizaña puede ser fácil.
Pero con la cizaña, ¡cuánto trigo se puede perder!
Me dan miedo los que se escandalizan de los defectos de la Iglesia.
¿A caso no son nuestros defectos?
Me dan miedo los que prefieren una Iglesia “sin mancha ni arruga, sino santa e inmaculada”.
Sería el ideal de Iglesia.
Pero yo prefiero esa Iglesia real, hecha de muchas vidas, santas y pecadores.
Si hubiésemos arrancado a Ignacio de Loyola, hoy no tendríamos la Compañía de Jesús.
Si hubiésemos arrancado a Agustín, hoy no tendría a San Agustín.
¡Cuantos santos que un día fueron pecadores!
¡Cuántos pecadores que hoy son santos!
Dediquémonos as sembrar el Evangelio.
Pero luego no nos tumbemos a tomar la siesta.
Que nos duelan los malos, pero tengamos fe en las posibilidades de la gracia.
No tengamos prisas, sepamos esperar a las decisiones de Dios.
Mientras tanto; posiblemente soy un pecador que camino al lado de un santo.
Como también es posible que un pecador esté caminando a mi lado pecador.
Clemente Sobrado C. P.
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