Ya se sabe. Son esas cosas que no necesitan demostración. Hartitos estamos de leer y escuchar eso de que la curia vaticana es un antro de perdición donde los curiales son gente que vive en la opulencia mientras se apuñalan por la espalda en siniestros manejos de lujuria y poder. Se sabe. No hay que demostrar nada.
El papa Francisco acaba casi de llegar a Roma procedente de Rio de Janeiro. Pues durante el vuelo ha ofrecido una rueda de prensa de las de verdad, atendiendo cada pregunta y respondiendo a cada cuestión sin ningún tipo de problema. Mucho más timoratos los periodistas que el papa. Solo por esa rueda de prensa hubiera merecido la pena el viaje. Yo invito a leer preguntas y respuestas porque no tienen desperdicio.
El papa habla de todo lo que se le pone por delante sin temor ni temblor. Los medios, como es natural, arrimando el ascua a su sardina dependiendo de la sardina que vendan. Yo quería comentar especialmente lo que dice el papa de la curia, porque echa por tierra algunos mitos. Vamos a ello.
El Vaticano es el paraíso del lujo y el buen vivir. Francisco no parece sospechoso de justificar lujos y excesos. Pues bien, el papa afirma tajantemente sobre los apartamentos pontificios: “El apartamento pontificio no es tan lujoso, es amplio y grande, pero no lujoso”. Y sobre el supuesto lujo de los cardenales: “Los cardenales que trabajan en la Curia no viven como ricos o fastuosos. Viven en apartamentitos, son austeros los que conozco”. Vaya, pues parece que según el papa Francisco, lo de los lujos asiáticos es, nunca mejor dicho, un cuento chino. Pues venga, escriban cincuenta veces: “en el Vaticano se vive con austeridad”. Con buena letra.
La curia vaticana es un nido de corrupción e inmoralidad. Pues sigue diciendo Francisco: “hay santos en la curia. Cardenales, sacerdotes, obispos, monjas, laicos… Es gente que reza, que trabaja mucho y que también va al encuentro de los pobres. A escondidas. Yo sé de algunos que dan de comer a los pobres o que en su tiempo libre acuden a hacer ministerio en una iglesia o en otra. Hay santos en la curia. Aunque también hay alguno que no es tan santo”. Vamos, que en su mayoría son gente más que respetable, que reza, ayuda, colabora. Lo dice el papa Francisco. Pues me alegro, ya está bien de dar por bueno el principio según el cual todo es podredumbre y miseria humana. En la curia hay mucha santidad. Pues era hora de que alguien lo dijera. Otras cincuenta veces: “en el Vaticano hay mucha santidad”.
Hay que modernizar la curia. Pues parece que el problema es justo lo contrario: “la curia ha caído de nivel respecto al que tenía en los tiempos de los viejos curiales, fiel, que hacía su trabajo. Necesitamos esas personas. Creo que hay, pero no tantas como en una época. El perfil del viejo curial, yo lo llamo así; tenemos que tener más de esos”. Vaya, vaya… así que resulta que la curia lo que necesita es de alguna manera “profesionalizarse”, apoyarse en el viejo estilo. Lo dice el papa Francisco, el primaveral papa Francisco. Por favor, cincuenta veces más: “necesitamos curiales como los de antes”.
Es inútil porque no hay más ciego que el que no quiere ver, y seguiremos escuchando por los siglos de los siglos las historias de lujo, inmoralidad y desenfreno de la curia romana. Cuidado papa Francisco, que mucho papa primaveral pero seguirán diciendo estos disparates por mucho que vuestra santidad afirme lo contrario. Maquiavelo no ha muerto.
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