Ya voy teniendo una edad y las multitudes me empiezan a cansar. Pero yo debía ir y fui claro, y Dios siempre premia.
Organización perfecta: poner a 300.000 personas en un lugar, con orden y eficacia dice mucho de los organizadores y su concepto de santificar los deberes de la vida corriente. Aquello estaba bien hecho: lanzaderas, parking de buses, pantallas, acceso a los espacios, confesonarios, capillas de Santísimo, los voluntarios muy buenos, amables, buena pinta, eficaces...
Se pudo seguir la ceremonia y asistir a la Misa con gran atención y dignidad. Yo fui con alumnos y familias del Colegio de los Olmos, unas 800 personas. Los niños siguieron todo, silencio absoluto. Los concelebrantes con casulla. Mil sacerdotes con acompañante para dar la comunión con respeto y adoración. Frente a quienes mantienen que en este tipo de celebraciones es inevitable el desorden, es posible hacer las cosas bien, que ni un sólo laico tuviese que dar la comunión. Se puede, se puede, sí hay Fe y voluntad. El coro magnífico. Misa con las principales partes en latín (la Misa actual pero en latín), dada la universalidad de los asistentes, casi 80 países.
El Cardenal Amato, delegado del Papa para la Beatificación hizo una homilía muy bien trenzada, cercana, práctica destacando la personalidad humana de D. Álvaro y sobre todo su humildad.
Me guardo para mí, la alegría de ver compañeros de la Obra que no veía desde hace 30 años, sacerdotes por el mundo fieles que se dejan las pestañas en Singapore, Nigeria, Argentina, o en la Coruña. El ambiente de alegría serena, de buena educación de preocupación de los unos por los otros.
Me quedo también con los más de cuarenta mil jóvenes, muchos niños, muchos matrimonios jóvenes y ancianos. Un revolcón para la esperanza y pilas para los próximos años. Gracias D. Álvaro.
El Cardenal Amato dijo esto:
Se pueden aplicar al Beato las palabras que el Cardenal Ratzinger pronunció en 2002, con ocasión de la canonización del Fundador del Opus Dei. Hablando de la virtud heroica, el entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe dijo: "Virtud heroica no significa exactamente que uno ha llevado a cabo grandes cosas por sí mismo, sino que en su vida aparecen realidades que no ha hecho él, porque él se ha mostrado transparente y disponible para que Dios actuara [...]. Esto es la santidad" .Este es el mensaje que nos entrega hoy el Beato Álvaro del Portillo, "pastor según el corazón de Jesús, celoso ministro de la Iglesia". Nos invita a ser santos como él, viviendo una santidad amable, misericordiosa, afable, mansa y humilde.
La Iglesia y el mundo necesitan del gran espectáculo de la santidad, para purificar, con su aroma agradable, los miasmas de los muchos vicios alardeados con arrogante insistencia. Ahora más que nunca necesitamos una ecología de la santidad, para contrarrestar la contaminación de la inmoralidad y de la corrupción. Los santos nos invitan a introducir en el seno de la Iglesia y de la sociedad el aire puro de la gracia de Dios, que renueva la faz de la tierra. Que María Auxiliadora de los Cristianos y Madre de los Santos, nos ayude y nos proteja. Beato Álvaro del Portillo, ruega por nosotros. Amén.
Daniel Tirapu
religionconfidencial.com
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