La liturgia diaria meditada - ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas? (Lc 9, 7-9) 28/09


Jueves 28 de Septiembre de 2017
Misa a elección:

Feria. Verde.
San Wenceslao, mártir. (ML). Rojo.
Santos Lorenzo Ruiz y compañeros, mártires. (ML). Rojo.

Wenceslao fue rey de Bohemia (República Checa), y sufrió la oposición de gran parte de su familia por su decidida vivencia de la fe cristiana. Era de carácter pacífico y servicial, pero las intrigas de la corte provocaron su asesinato. Murió en paz, entregando su vida a Dios.

Lorenzo Ruiz, padre de familia, nacido en Manila (Filipinas), encabeza la gloriosa multitud de estos mártires, de diversas edades y condición: dos religiosos hermanos, dos vírgenes consagradas, tres laicos, entre ellos el filipino Lorenzo, y nueve presbíteros, entre ellos el jefe de la misión, el dominico español, originario de León, Antonio González. Ellos contribuyeron a difundir la fe cristiana en las islas Filipinas, Formosa y el archipiélago japonés.Todos ellos murieron en Nagasaki en 1637 y fueron canonizados por Juan Pablo II el 18 de octubre de 1987.

Antífona de entrada        
Yo soy el Salvador de mi pueblo, dice el Señor. Lo escucharé cuando me invoque en su angustia y seré su Señor para siempre.

Oración colecta    
Dios nuestro, que estableciste el fundamento de la ley divina en el amor a ti y al prójimo, concédenos que, cumpliendo lo que mandas, merezcamos alcanzar la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:         de san Wenceslao
Dios nuestro, que concediste al mártir san Wenceslao anteponer el Reino de los Cielos al reino de este mundo, danos la gracia, por su intercesión, de renunciar a nosotros mismos y unirnos a ti de todo corazón. Por nuestro Señor Jesucristo...

O bien:     De san Lorenzo Ruiz y compañeros
Señor y Dios nuestro, para poder servirte a ti y al prójimo concédenos la constancia de tus santos mártires Lorenzo Ruiz y compañeros, pues los que son perseguidos por causa de la justicia alcanzan la felicidad en tu Reino. Por nuestro Señor Jesucristo...

Oración sobre las ofrendas       
Acepta con bondad, Señor, las ofrendas de tu pueblo, y, por medio de este sacramento celestial, haz que se haga vida en nosotros cuanto proclamamos por la fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión      Sal 118, 4-5
Tú promulgaste tus mandamientos para que se cumplieran íntegramente. Ojalá yo me mantenga firme en la observancia de tus preceptos.

O bien:         Cf. Jn 10, 14
Dice el Señor: “Yo soy el Buen pastor, conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí”.

Oración después de la comunión
Te pedimos, Padre, que acompañes siempre con tu auxilio a los que alimentas con tus sacramentos, para que en estos misterios recibamos los frutos de la redención y la conversión de nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Ag 1, 1-8
Lectura de la profecía de Ageo.
En el segundo año del rey Darío, el primer día del sexto mes, la palabra del Señor fue dirigida, por medio del profeta Ageo, a Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, y a Josué, hijo de lehosadac, el Sumo Sacerdote, en estos términos: Así habla el Señor de los ejércitos: Este pueblo dice: “Todavía no ha llegado el momento de reconstruir la Casa del Señor”. Y la palabra del Señor llegó, por medio del profeta Ageo, en estos términos: “¿Es éste acaso el momento de que ustedes vivan en sus casas revestidas de madera, mientras esta Casa está en ruinas? Ahora bien, así habla el Señor de los ejércitos: ¡Consideren la situación en que se encuentran! Ustedes han sembrado mucho, pero han cosechado poco; han comido, pero no se han saciado; han bebido, pero no han apagado su sed; se han vestido, pero no se han abrigado; y el asalariado ha puesto su jornal en saco roto. Así habla el Señor de los ejércitos: Suban a la montaña, traigan madera y reconstruyan la Casa; yo la aceptaré gustoso y manifestaré mi gloria”.
Palabra de Dios.

Comentario
Cuando el pueblo retornaba del largo exilio en Babilonia, era necesario tomar coraje y trabajar duro. El profeta Ageo fue un profeta de la reconstrucción del Templo. El veía en esa obra un signo de unidad.

Salmo 149, 1-6a. 9b
R. ¡El Señor ama a su pueblo!

Canten al Señor un canto nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que Israel se alegre por su Creador y los hijos de Sión se regocijen por su Rey. R.

Celebren su Nombre con danzas, cántenle con el tambor y la cítara, porque el Señor tiene predilección por su pueblo y corona con el triunfo a los humildes. R.

Que los fieles se alegren por su gloria y canten jubilosos en sus fiestas. Glorifiquen a Dios con sus gargantas. Esto es un honor para todos sus fieles. R.

Aleluya        Jn 14, 6
Aleluya. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí”, dice el Señor. Aleluya.

Evangelio     Lc 9, 7-9
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que Jesús hacía y enseñaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: “Es Juan, que ha resucitado”. Otros decían: “Es Elías, que se ha aparecido”, y otros: “Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado”. Pero Herodes decía: “A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?”. Y trataba de verlo.
Palabra del Señor.

Comentario
Herodes no quería ver a Jesús para creer en él, o porque lo motivara un deseo de verdad y justicia. Él tenía un gran interrogante: ¿Sería Jesús la reencarnación de Elías? ¿o de otro profeta? A Herodes le preocupaba que un profeta lo increpara y lo pusiera en ridículo frente al pueblo.

Oración Introductoria 
Espíritu Santo, ven a mi encuentro, guía mi oración, para conocerte, no por curiosidad, sino porque quiero seguirte y amarte más. Ilumina mi mente y despierta en mí el deseo de vivir con entusiasmo y, sobre todo, con mucho amor. 

Petición
Señor, purifica mi intención en este momento de oración y en todas las actividades de este día. 

Meditación 

Hoy el texto del Evangelio nos dice que Herodes quería ver a Jesús (cf. Lc 9,9). Ese deseo de ver a Jesús le nace de la curiosidad. Se hablaba mucho de Jesús por los milagros que iba realizando a su paso. Muchas personas hablaban de Él. La actuación de Jesús trajo a la memoria del pueblo diversas figuras de profetas: Elías, Juan el Bautista, etc. Pero, al ser simple curiosidad, este deseo no trasciende. Tal es el hecho que cuando Herodes le ve no le causa mayor impresión (cf. Lc 23,8-11). Su deseo se desvanece al verlo cara a cara, porque Jesús se niega a responder a sus preguntas. Este silencio de Jesús delata a Herodes como corrupto y depravado.

¿Quién es este hombre que congrega a las multitudes, este hombre que cura a los enfermos, este hombre que nos habla de un Reino nuevo y a quien el mar y el viento obedecen? ¿Es un reformador social? ¿Un nuevo profeta? ¿Un revolucionario? ¿O el hombre más genial de todos los tiempos?

Hoy nos surge también a nosotros el mismo deseo que a Herodes. Tenemos ganas de ver a Cristo. Queremos conocerle y estar con El.

Nosotros, al igual que Herodes, seguramente hemos sentido, alguna vez, el deseo de ver a Jesús. Pero ya no contamos con el Jesús de carne y hueso como en tiempos de Herodes, sin embargo contamos con otras presencias de Jesús. Te quiero resaltar dos de ellas. 

En primer lugar, la tradición de la Iglesia ha hecho de los jueves un día por excelencia para ver a Jesús en la Eucaristía. Son muchos los lugares donde hoy está expuesto Jesús-Eucaristía. «La adoración eucarística es una forma esencial de estar con el Señor. En la sagrada custodia está presente el verdadero tesoro, siempre esperando por nosotros: no está allí por Él, sino por nosotros». —Acércate para que te deslumbre con su presencia. 

Para el segundo caso podemos hacer referencia a una canción popular, que dice: «Con nosotros está y no lo conocemos». Jesús está presente en tantos y tantos hermanos nuestros que han sido marginados, que sufren y no tienen a nadie que “quiera verlos”. «El amor al prójimo enraizado en el amor a Dios es ante todo una tarea para cada fiel, pero lo es también para toda la comunidad eclesial». Así pues, Jesús te está esperando, con los brazos abiertos te recibe en ambas situaciones. ¡Acércate!

Estamos contigo, Cristo. No podemos reprimir el decirte, como Pedro, "Tú eres el Hijo de Dios vivo". Gracias, Señor, por haber entrado en nuestras vidas. Por haber irrumpido en la historia de la humanidad. Por haber cambiado los destinos de los hombres.

Lo mismo que la historia se cuenta ahora a partir de tu nacimiento, queremos también que nuestras vidas se cuenten a partir de este encuentro contigo. Ayúdanos a llevar esta Buena Noticia a los hombres, a cambiar la historia como Tú lo hiciste. Te buscamos, ven a encontrarte con nosotros y colma nuestros anhelos. Herodes no sabía quién eras. Nosotros sabemos que Tú eres el Hijo de Dios, y que sólo Tú tienes palabras de vida eterna.

Propósito
En el lugar adecuado, darme el tiempo y el silencio necesarios para la oración. Queremos estar con Jesús, en este diálogo íntimo de hoy, en esta oración, en la que quiero ver Tu rostro para poder darlo a conocer a los nuestros.

Diálogo con Cristo 
Gracias, Señor, por concederme la gracia, la confianza y el gran consuelo de poder dialogar contigo, porque por tu inmensa generosidad no sólo te conozco sino que tengo la seguridad que Tú siempre estás dispuesto a darme tu gracia y cercanía. Ayúdame a pasar este día haciendo el bien.



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