
–Perdone, pero el artículo le ha quedado más bien corto, es decir, breve. Sólo escribe Sor Lucía.
–Tranquilo. Ya le he dicho a la Virgen que el artículo tenía que salir precisamente hoy, el 19 de agosto, y que estos días no he tenido tiempo para más. Y Ella me ha contestado: «no problem».
Hoy, 19 de agosto, nos toca recordar la aparición de la Virgen en Fátima hace justamente cien años. Ésta es la descripción de la cuarta de las seis apariciones que, según la edición del Secretariado dos Pastorinhos, Fátima 2003, 7ª ed., 177-178), hace Sor Lucía en su Memoria cuarta (1941).
* * *
El diecinueve de agosto - 4ª aparición
Día 13 de agosto de 1917 (*). Como ya está dicho lo que pasó en ese mes, no me detengo en eso, y paso a la Aparición, a mi entender el día 15, al caer de la tarde. Como en aquella época aún no sabía contar los días del mes, puede ser que sea yo la que esté equivocada, pero tengo la idea de que fue el mismo día que llegamos de Vila Nova de Ourém.
[(*) Nota de los editores: «Lucía está ciertamente equivocada: la vuelta de Ourém sí que fue el día 15 de agosto, pero la aparición de los Valinhos fue unos días después, el día 19 de agosto de 1917»].
Estando con las ovejas, en compañía de Francisco y de su hermano Juan, en un lugar llamado Valinhos, y sintiendo que alguna cosa sobrenatural se aproximaba y nos envolvía, sospechando que Nuestra Señora viniese a aparecérsenos, y dándome pena que Jacinta se quedase sin verla, pedimos a su hermano Juan que fuese a llamarla. Como no quería, le ofrecí veinte centavos, y allá se fue corriendo.
Entretanto vi, con Francisco, el reflejo de la luz que llamábamos relámpago, y habiendo llegado Jacinta, un instante después, vimos a Nuestra Señora sobre una carrasca.
–¿Qué es lo que Vd. quiere de mí? –Quiero que sigáis yendo a Cova de Iría el día 13; que continuéis rezando el Rosario todos los días. El último mes haré un milagro para que todos crean.
–¿Qué es lo que Vd. quiere que se haga con el dinero que la gente deja en Cova de Iría? –Que hagan dos andas: una, llévala tú con Jacinta y dos niñas más, vestidas de blanco; y otra, que la lleve Francisco y tres niños más. El dinero de las andas es para la fiesta de Nuestra Señora del Rosario; lo que sobre es para ayudar a una capilla que deben hacer.
–Quería pedirle la curación de algunos enfermos. –Sí; a algunos los curaré durante el año.
Y tomando un aspecto más serio dijo: –Rezad, rezad mucho, y haced sacrificios por los pecadores, pues van muchas almas al infierno, por no tener quien se sacrifique por ellas.
Y como de costumbre comenzó a elevarse en dirección al naciente.
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La última frase de la Virgen es breve, pero de extraordinaria importancia. Para glosarla me remito, con el permiso de la Virgen, a otros artículos míos.
(444) Fátima, 8: Rezad mucho, rezad el Rosario.
(441) Fátima, 6: Expiación por los sacrificios.
(443) Fátima, 7: Salvación o condenación.
Otro día, más.
José María Iraburu, sacerdote
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