Noorullah Esaakhel, empleado del restaurante «El Rey de Estambul», en la calle Hospital, en la confluencia con las Ramblas, vio que algo extraño sucedía. Dejó los folletos de propaganda del establecimiento que repartía entre los turistas y se acercó para ver qué ocurría.
«Después de escuchar un fuerte estruendo vi cómo una furgoneta se incrustaba en el quiosco de las flores. Después, recorrió unos metros más y se detuvo», explica Esaakhel a ABC. Este joven afgano, de 29 años, fue el primero en llegar al lugar de los hechos. Cuando los agentes empezaron a personarse, él, según explica, ya había trasladado a varios heridos hasta el restaurante en el que trabaja.
«Lo primero que observé al llegar fue a un niño de unos cuatro años atrapado bajo la furgoneta. Tenía la cabeza fuera del vehículo pero las piernas estaban atrapadas en el guardabarros. Sin pensarlo, le saqué y lo trasladé. Tenía las piernas muy mal», explica. No fue el único gesto. Según relata, llevó a buen recaudo a cerca de una decena de personas que fueron embestidas por la furgoneta criminal. «Además del golpe que les causó la furgoneta, algunas personas, una vez en el suelo, fueron atropelladas por el vehículo. La imagen de las Ramblas era dantesca», dice el joven musulmán al reconstruir con templanza los momentos dramáticos que vivió durante el atentado.
«En mi país es habitual»
«En mi país esto sucede, es habitual, pero no estoy acostumbrado a verlo aquí», dice Noorullah Esaakhel, quien desvincula la matanza con «los valores de su religión». «Mi religión no dice nada de matar a nadie», subraya, y recuerda que «algunas de las víctimas que asistió eran musulmanes». «Entre los que ayudé había una familia marroquí, que habían resultado heridos, algunos graves», dice este héroe de las Ramblas. «Uno de los niños que yo asistí salió en la foto con los Reyes en el Hospital del Mar. Yo fui a interesarme por su estado pero no me dejaron entrar. Había mucha seguridad»
Fue en este momento cuando, según relata, algunos de los presentes le confundieron con el terrorista. «Las primeras informaciones que trascendieron hablaban de que el autor material del atropello estaba atrincherado en el restaurante «El Rey de Estambul». Mucho me temo que era yo. Por mi aspecto, algunos testigos me confundieron con el terrorista, por eso dijeron que el criminal estaba atrincherado en mi local», apunta este habitual de las Ramblas, todo un conocido para los agentes locales de policía que patrullan diariamente por este tramo de las Ramblas.
El jueves, cuando se cumplían siete días del brutal ataque, Noorullah seguía repartiendo propaganda de su restaurante frente al santuario en recuerdo de las víctimas de la tragedia. «No soy un héroe, solo hice lo que hubiera hecho cualquier ser humano», concluye.
abc.es
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