El entonces párroco de Santa María de Elche, D. Francisco Conesa – actualmente obispo de Menorca - , me invitó, en su día, a predicar las llamadas “Salves” en la basílica de Santa María.
Las “Salves” corresponden a la Octava de la Asunción de Nuestra Señora – solemnidad que, en Elche, con su famoso Misteri, se celebra con singular esplendor -. D. José Luis, que sucedió a D. Francisco como párroco, me reiteró la invitación.
Me ha impresionado mucho haber pasado estos días en esa ciudad, tan volcada en la devoción a la Virgen. Cada día, desde el 16 hasta el 22 de Agosto, celebraba la Santa Misa a las 8 de la tarde, siempre con homilía.
Tras la Misa, se entonaba la Salve y los Gozos de la Asunción de la Virgen: “Verge Reina imperial, sobre els àngels exaltada, puix de nós sou advocada delliurau-nos de tot mal”. Un barítono, un tiple y un tenor alternaban con el clero y el pueblo ensalzando con los cantos a Nuestra Señora.
La basílica de Santa María, además de muy bella, es muy grande y me sorprendía la cantidad de fieles que asistían a la celebración de la Santa Misa; especialmente el sábado, el domingo y el día 22, conmemoración de Santa María Virgen Reina. En el “facebook” de la Basílica de Santa María de Elche se puede ver el vídeo del último día de las Salves, que en esa ocasión retransmitieron en directo.
Personas de todas las edades, con una significativa presencia de niños, subían al lugar donde en un lecho con dosel reposaba, como dormida, la imagen de María, para besar los pies de la Virgen. Nuestra Señora siempre nos lleva a Jesús, el fruto bendito de su vientre.
Sirvan estas líneas como agradecimiento a los ilicitanos; en especial, a los sacerdotes de la Basílica y a todos los que han colaborado de manera más directa en el culto tan solemne tributado a Dios por habernos dado a la Virgen como Madre y como Reina.
Guillermo Juan Morado.
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