Acabo de terminar de leer esta novela de Gonzalo Giner, que me ha hecho gozar el misterio y la belleza de las vidrieras o vitrales que adornan las catedrales e iglesias, también mi iglesia parroquial, como puede apreciarse en la fotografía de la que adorna el presbiterio de la iglesia de Villamediana. Y todo ello, entrelazado con unas, a veces demasiadado novelescas aventuras, pero que mantienen el interés a lo largo de las 731 páginas de la novela. En la Nota final explica el autor:
Esta novela nació con la única pretensión de darte a conocer, hacerte disfrutar y ayudarte a entender en qué consistió el maravilloso mundo de las vidrieras durante el gótico tardío, una disciplina escasamente tratada en la novela histórica y un tema que, a mí, lo confieso, me ha enamorado. Durante la Edad media hubo quien levantó catedrales de piedra para hacer de ellas las casas de Dios, pero fueron los maestros vidrieros quienes las convirtieron en auténticos sagrarios de luz y color al abrir sus ventanas al cielo.
Como ayuda para mi inspiración, a lo largo de la construcción de esta novela he acudido varias veces a Burgos y a León no sólo paraestudiar sus monumentales vidrieras, también para vivirlas. En mi caso, esas imponentes paredes de color y vidrio ya no serán nunca lo mismo. Con ese mismo espíritu visité también las catedrales de Amberes, Gante, Bruselas, y algunos de los templos que son citados en la novela situados en Brujas, Milán y Lovaina.
Y en boca de uno de los personajes concluye el autor:
Este gran artista ha conseguido con sus manos y un evidente talento transformar unos simples vidrios en algo sagrado, escenario de miles de oraciones futuras que conducirán las almas a Dios. No sólo ha construido unos vitrales, ha levantado auténticas murallas espiritualescargadas de fe, unas ventanas hacia el cielo. O, mejor dicho, ha conseguido crear las ventanas del cielo...
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