¿Qué relación encuentro entre la Roma dominadora y la situación actual?
Lamentablemente, he descubierto a Posteguillo con algún retraso. Acabo de leer la trilogía de Trajano, que me ha hecho pensar. Antes que él, Roma fue gobernada por un loco −Domiciano−, que no se detuvo ante nada para sembrar el horror, la muerte y la inmoralidad en la vida pública y privada. Le sucedió Nerva, que adoptó como hijo a Trajano para que le heredara en el mando del Imperio. Y así fue. Trajano fue un gran emperador, pero no deseo escribir historia. Me fijo en primer lugar en el buen hacer del profesor de la Universidad Jaime I de Castellón, que ha trabajado a conciencia: ha visitado lugares, ha leído clásicos, investiga en bibliotecas…
Santiago Posteguillo es mesurado en sus descripciones y juicios, nunca se recrea en historias o acciones morbosas. Pero es inevitable que describa la Roma de aquellos tiempos con su afán por el circo y la sangre y fotografíe al pueblo romano, del que siempre se dijo que solicitaba panem et circenses. Son brutales las luchas de gladiadores, las carreras de cuadrigas, en las que pueden morir y llevan por debajo unas fuertes apuestas que provocan la corrupción tanto con el dinero como con el deporte. Quizá nos vaya sonando. La descripción de los bajos fondos de la Roma nocturna −en los que tiene el buen gusto de no excederse−. Es destacable también su trato respetuoso con los cristianos, que ya habían sido perseguidos por Nerón y Domiciano: el público exaltado veía con placer cómo las fieras devoraban cristianos.
Pero, ¿qué relación encuentro entre aquella Roma dominadora y la situación actual? En medio de gestas heroicas, se sucedían las mayores vilezas: compra de votos, injusticias en los tribunales, en la época del emperador Hispano, principalmente cuando él se hallaba en sus largas campañas por el Danubio luchando contra Decébalo, rey de Dacia. En otras ocasiones aliado con varios reyes de la zona. Juegan un gran papel las Vestales −una especie de sacerdotisas de continencia total−. Pero también hay juicios mentirosos contra ellas, especialmente la llamada Menenia. Se despilfarraba en comida, vestido y fiestas en el gran circo creado por el griego Apolodoro. A la vez que existía una enorme masa social repleta por los pobres de solemnidad,
Ciertamente algo hemos avanzado desde entonces, porque ahora nos deshumanizamos de forma más elegante, con aires de avance y progresía. Unos días atrás, el jefe de un partido político se vanagloriaba de que su partido había traído el divorcio. No me parece nada que sirva para colgarse medallas. Y es cierto, como dice Tomás de Aquino, que no pertenece a los principios evidentes de la ley natural. Pero es que, además, se equivocaba porque no fue su partido el introductor de esa ley, sino la ya extinta UCD. Sí pertenece a esos principios evidentes el no matar, pero tenemos aborto, que es matar a la criatura más inocente e indefensa, en el lugar en que debía de estar más segura. En cambio, tenemos leyes para protección de los animales. Algo que me parece estupendo, pero ¿no es de locos poner ese esfuerzo para proteger animales mientras se mata a los niños? Roma ya lo hacía.
Quizá hasta hemos copiado el estatismo imperial que proporcionaba diversión y sangre a un pueblo ávido de ella. Se esperaba todo del emperador. Eran sólo algunos senadores los hombres pudientes que tenían propiedades privadas. No obstante, pienso que esa manía por lo estatal se refería a la diversión y a las grandes obras, aquellas que el particular no puede realizar y aparece −mucho, ciertamente− la función subsidiaria del Estado. ¿No recuerda todo esto ese gusto de algunos por lo estatal hasta llegar a invertir los términos afirmando que las sociedades menores y las personas singulares son subsidiarias del Estado? No hay ninguna demostración. Posteguillo razona, muestra y demuestra. Incluso, Trajano, con su inmenso poder, no actúa como un tirano. Porque tiranía es llevar las libertades por el camino del que manda, en lugar de hacerlo por la senda que cada cual elija. En fin, a más estatismo menos libertad.
Sin la formulación dogmática actual, bien podemos decir que en el Imperio Romano también había una ideología de género práctica. Igualmente no se puede decir que fuera un pueblo pagano: era politeísta, con un dios principal: Júpiter. Y luego otros muchos: Castor y Polux, Marte, Vesta… Entre nosotros, hasta es fácil presumir de ateo o agnóstico, a la vez que se acepta una invitación masónica o que a nadie se le ocurre hablar mal del Islam. Todo ello amasado con un marxismo trasnochado, lleno de polvo, muy próximo a Maduro o a Castro. Tal vez nos sirvan estas palabras de Francisco pronunciadas hace un año: La vanidad, junto con la codicia y la soberbia, es una de las «raíces de todos los males» en el corazón de cada persona. La carrera sin descanso, tan típica de nuestros tiempos, «para fingir, parecer ser, aparentar» no conduce a nada, «no nos da una auténtica ganancia» y deja la inquietud en el alma. Me parece que eso estaba muy presente en Roma y en nuestra sociedad.
Pablo Cabellos Llorente, en lasprovincias.es.
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