La liturgia diaria meditada - ¿Cuál es el mandamiento mayor de la Ley? (Mt 22,34-40) 25/08


Viernes 25 de Agosto de 2017
Misa a elección:

Feria. Verde.
San Luis de Francia. (ML). Blanco.
San José de Calasanz, presbítero. (ML). Blanco.
Beata María del Tránsito Cabanillas de
 Jesús Sacramentado, virgen. (ML). Blanco.

José de Calasanz fue un gran educador que fundó en el año 1597 la Congregación de clérigos de las Escuelas Pías, para dedicarse a la educación de los niños pobres. Comenzó con su actividad en los barrios más humildes de Roma. La Congregación fundada por él se extiende hoy en muchos países. Es el patrono de las escuelas cristianas.

Luis IX, el rey de Francia, luchó diariamente por alcanzar la santidad. Fue un buen esposo y un padre preocupado por la educación de sus once hijos. Como rey de su pueblo, estuvo atento a que prevaleciera la justicia y la paz. Vivió humildemente y fue muy generoso. Murió cerca de Túnez, durante la segunda cruzada, contagiado de peste.

María del Tránsito nació el 15 de agosto de 1821 en San Roque, Córdoba (Argentina). En el año 1878 acompañada por solo dos jóvenes, fundó la Congregación Hermanas Terciarias Misioneras Franciscanas. Tenían como principales objetivos “promover las obras de caridad y misericordia, y dar educación gratuita a las hijas de los pobres y desamparados”. La nueva congregación se extendió y creció rápidamente. El día 25 de agosto de 1885, luego de una enfermedad crónica, partió hacia la Casa del Padre.

Antífona de entrada         Sal 83, 10-11
Señor, protector nuestro, mira el rostro de tu Ungido, porque vale más un día en tus atrios que mil en otra parte.

Oración colecta    
Dios nuestro, que has preparado bienes invisibles para los que te aman, infunde en nuestros corazones la ternura de tu amor para que, amándote en todas y sobre todas las cosas, alcancemos tus promesas que superan todo deseo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:         de san Luis
Dios nuestro, que hiciste pasar a san Luis de las solicitudes del gobierno temporal a la gloria del Reino de los cielos, concédenos, por su intercesión, que en todas las ocupaciones temporales, busquemos siempre tu reino eterno. Por nuestro Señor Jesucristo...

O bien:         de san José de Calasanz
Dios nuestro, que enriqueciste a san José, presbítero, con la caridad y la paciencia, para que se entregara constantemente a la formación humana y cristiana de los niños, concédenos imitar, en su servicio a la verdad, al maestro de sabiduría que hoy veneramos. Por nuestro Señor Jesucristo...

O bien:         de la beata María del Tránsito
Padre Santo, que infundiste un espíritu de caridad y humildad en el alma de la beata María del Tránsito Cabanillas de Jesús Sacramentado, concédenos imitar de tal modo el ejemplo de su vida que logremos ser auténticos discípulos de su Hijo Jesucristo. Que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Acepta, Señor, nuestra ofrenda, en la cual se realiza un admirable intercambio, para que, al ofrecerte lo que nos diste, podamos recibirte a ti mismo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión      Cf. Jn 6, 51
Dice el Señor: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente”.

Oración después de la comunión
Señor y Padre nuestro, unidos a Cristo por este sacramento, imploramos humildemente tu misericordia, para que, hechos semejantes a él en la tierra, merezcamos gozar de su compañía en el cielo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

Lectura        Rut 1, 1-8. 14b-16. 22
Lectura del libro de Rut.
Durante el tiempo de los Jueces hubo una gran sequía en el país, y un hombre de Belén de Judá emigró a los campos de Moab, con su mujer y sus dos hijos. El hombre se llamaba Elimélec; su esposa, Noemí; y sus dos hijos, Majlón y Quilión. Al morir Elimélec, el esposo de Noemí, ella se quedó con sus hijos. Estos se casaron con mujeres moabitas -una se llamaba Orpá y la otra Rut- y así vivieron unos diez años. Pero también murieron Majlón y Quilión, y Noemí se quedó sola, sin hijos y sin esposo. Entonces se decidió a volver junto con sus nueras, abandonando los campos de Moab, porque se enteró de que el Señor había visitado a su pueblo y le había proporcionado alimento. Mientras regresaban al país de Judá, Noemí dijo a sus nueras: “Váyanse, vuelvan cada una a la casa de su madre. ¡Qué el Señor tenga misericordia de ustedes, como ustedes la tuvieron con mis hijos muertos y conmigo!”. Orpá despidió a su suegra con un beso, mientras que Rut se quedó a su lado. Noemí le dijo: “Mira, tu cuñada regresa a su pueblo y a sus dioses; regresa tú también con ella”. Pero Rut le respondió: “No insistas en que te abandone y me vuelva, porque yo iré adonde tú vayas y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios”. Así regresó Noemí con su nuera, la moabita Rut, la que había venido de los campos de Moab. Cuando llegaron a Belén, comenzaba la cosecha de la cebada.
Palabra de Dios.

Comentario
Rut encarna la figura de la mujer extranjera que cree en Dios y se une al pueblo creyente. Rut, siendo de otro país y viniendo de otra tradición religiosa, llega a integrarse totalmente en su nuevo pueblo.

Salmo 145, 5-10
R. ¡Alaba, alma mía, al Señor!

Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob y pone su esperanza en el Señor, su Dios: él hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. R.

Él mantiene su fidelidad para siempre. Hace justicia a los oprimidos y da pan a los hambrientos. El Señor libera a los cautivos. R.

Abre los ojos de los ciegos y endereza a los que están encorvados, el Señor ama a los justos y protege a los extranjeros. R.

Sustenta al huérfano y a la viuda; y entorpece el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, reina tu Dios, Sión, a lo largo de las generaciones. R.

Aleluya        Sal 24, 4-5
Aleluya. Señor, enséñame tus senderos, guíame por el camino de tu fidelidad. Aleluya.

Evangelio     Mt 22, 34-40
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con él, y uno de ellos, que era doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la ley?”. Jesús le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas”.
Palabra del Señor.

Comentario
“La Ley y los Profetas” es el viejo modo de llamar al Antiguo Testamento. Cuando leemos este primer grupo de textos bíblicos, puede ocurrir que haya preceptos que no entendamos o relatos que nos resulten extraños. Pero para leer “toda la Ley y los Profetas” es clave tener amor a Dios y al prójimo. Con esa regla suprema, debemos interpretar la Palabra.

Oración introductoria 
Hola, Jesús, aquí estoy para dialogar contigo. A mí me gusta estar a tu lado y agradarte. Y para hacerlo, quiero amarte más y vivir la caridad con mis próximos. Ya que Tú me pides que no sólo te ame a ti, sino que también ame a mi prójimo. Por eso, te doy las gracias, Jesús, amigo mío, porque me has hecho caer en la cuenta de la primacía que tiene el amor en mi vida: amor a ti y amor a mi prójimo. Sólo te pido que me enseñes a amar como Tú me has amado. 

Petición 
Enséñame a amar a mi prójimo y a tener una amistad con él, al igual que la tengo contigo. 

Meditación 

Hoy, el maestro de la Ley le pregunta a Jesús: «¿Cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» (Mt 22,36), el más importante, el primero. La respuesta, en cambio, habla de un primer mandamiento y de un segundo, que le «es semejante» (Mt 22,39). El Señor nos lleva hasta la profundidad de la catequesis cristiana, porque «de estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas» (Mt 22,40).

El amor como la raíz más profunda de la autocomunicación de Dios. Con un mandamiento del Deutoronomio: «Ama al Señor, tu Dios» (Dt 6,5) y otro del Levítico: «Ama a los otros» (Lev 19,18), Jesús lleva a término la plenitud de la Ley. 

Gracias a la pregunta del letrado sabemos a cuál de las numerosas normas que tenían los judíos -tenían más de seiscientas- le daba más importancia Jesús. La respuesta no se hace esperar y responde claramente: "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo". 

La llamada de Jesús a la comunión y a la misión pide una participación en su misma naturaleza, es una intimidad en la que hay que introducirse. Esta unificación de conocimiento y de amor tejida por el Espíritu Santo permite que Dios ame en nosotros y utilice todas nuestras capacidades, y a nosotros nos concede poder amar como Cristo, con su mismo amor filial y fraterno. Ésta es la grandeza de quien se somete al Reino de Dios: el amor a uno mismo ya no es obstáculo sino éxtasis para amar al único Dios y a una multitud de hermanos.

Por ello, vale la pena recordar que, antes de ir a comulgar se nos invita a dar la paz a los que tenemos al lado, como representantes de todos los que encontraremos a lo largo del día. Tomemos conciencia por tanto de que recibimos a Cristo, modelo de cómo hay que amar y darnos a nuestros hermanos. Modelo de cómo debemos entregarnos a los demás y ser pan partido para ellos. La cuaresma consiste en seguir el camino de Cristo a su Pascua. Y ese camino es de entrega, de amor total. 

He aquí la razón de ser del comentario clásico de los dos palos de la Cruz del Señor: el que está cavado en tierra es la verticalidad, que mira hacia el cielo a Dios. El travesero representa la horizontalidad, el trato con nuestros iguales. Dice san Juan de la Cruz: «Cuanto más ama un alma, tanto más perfecta es en aquello que ama; de aquí que esta alma, que ya es perfecta, toda ella es amor y todas sus acciones son amor».

Efectivamente, en los santos que conocemos vemos cómo el amor a Dios, que saben manifestarle de muchas maneras, les otorga una gran iniciativa a la hora de ayudar al prójimo. Pidámosle hoy a la Virgen Santísima que nos llene del deseo de sorprender a Nuestro Señor con obras y palabras de afecto. Así, nuestro corazón será capaz de descubrir cómo sorprender con algún detalle simpático a los que viven y trabajan a nuestro lado, y no solamente en los días señalados, que eso lo sabe hacer cualquiera. ¡Sorprender!: forma práctica de pensar menos en nosotros mismos.

Propósito 
Hoy viviré la caridad con mi prójimo y rezaré un Padrenuestro por todos los que buscan ser amados por Dios para que Él los cuide. 

Diálogo con Cristo 
Señor Jesús, después de meditar a tu lado cómo puedo amarte a través de mi prójimo, te doy gracias por enseñarme a amar, sabiendo que no sólo necesito amar a aquella persona que menos quiero, sino que también puedo amar al que lo necesita. 

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10:04

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