Laura Perry fue educada en una familia cristiana protestante de Oklahoma (Estados Unidos) pero a la edad de 20 años decidió cambiar de sexo y ser llamado Jake. Después de dos operaciones de mama y dosis masivas de hormonas masculinas, salió de su iglesia y abandonó su hogar.
Laura declara en una entrevista publicada en La Nuova Bussola Quotidiana: “El engaño del diablo me hizo creer que iba a ser feliz". Asegura que su conversión demuestra que la única manera de ser, se basa en reconocer en la infancia el sexo de nacimiento como un regalo de Dios.
La historia de Laura está íntimamente ligada a la relación que tenía con sus padres, en concreto con su madre. Tras abandonar su casa y convertirse en un hombre, la madre de Laura, Francine, devastada por la noticia, se enfadó con Dios, porque en su opinión, ella había hecho mucho por Él: misa, catecismo, coro de niños. Sin embargo, se dio cuenta de que tenía que clamar ahora más que nunca a Dios para ayudar a su hija.
Empezar a apoyar a su hija
“Me di cuenta de que mi fe se basaba principalmente en el esfuerzo moral y tenía una manera legalista de ver las cosas. Yo era hipócrita en muchas cuestiones”, afirma Francine. Pensó que probablemente esta rigidez, la mantenía lejos de una relación tierna, dulce y comprensiva con su hija, que, junto con otro trauma sufrido por Laura, fueron factores que la llevaron a caer más fácilmente en lo que ellos consideran el engaño de la cultura LGTBI.
Así, la madre, a través de la oración profunda y la ayuda de su grupo de estudios de la Biblia, comenzó a entender que, en primer lugar, era ella la que debía cambiar. Un día su hija le replicó: "Esa es la forma en que nací. Así que por favor acéptame”.
Francine y su marido relatan que nunca apoyaron a su hija y no reconocieron que probablemente tuviera un problema. Pero después, Francine y Paul perseveraron en la oración y pidieron ayuda a su comunidad. Con el tiempo, consiguieron mejorar la relación con su hija, y ésta comenzó a cambiar.
Influencia de los amigos
La persona con la que vivía Laura era políticamente conservadora y participaba en programas de radio para hablar de los valores cristianos. Laura comenzó a escuchar estos programas. Un día, un amigo le preguntó si era cristiana. Ella, por primera vez en muchos años, se sorprendió así misma al contestar que sí, y en ese momento se dio cuenta de que la verdadera identidad regresaba a su vida.
No fue un proceso rápido, pero la verdad comenzó a meterse en ella, cuenta en la entrevista. “Hasta que Dios me abrió los ojos a la verdad. Me hizo comprender que la vida transgénero no era su voluntad para mi vida. Pero todavía estaba viviendo un conflicto interno”, afirma Laura.
Al mismo tiempo que Laura percibía estos cambios en su interior, Francine estaba cambiando y también, la relación con su marido Paul, apoyándose mutuamente. Un día su hija le preguntó si podía ir a la iglesia con ella. Al principio, asustados por las posibles reacciones de que sus conocidos vieran a un hombre, la madre dudó: "Creo que era por vergüenza y esto mostraba lo lejos que todavía estaba en mi camino a Cristo".
Pero al final Francine cedió y su hija la acompañó a la iglesia. Madre e hija escucharon la parábola del Evangelio del Hijo Pródigo. La madre se sintió interpelada y su conversión posterior condujo al acercamiento con su hija.
El respaldo de la comunidad
Poco después, en julio de 2016, Laura pidió ser llamada por su nombre real reconociendo plenamente la realidad de su identidad de hija de Dios y de mujer, y regresó a su casa. Posteriormente, la esposa del pastor de su iglesia protestante, a través de una amistad fundada en la verdad en la caridad y dulzura, favoreció el reconocimiento de la feminidad de Laura.
Madre e hija relatan que en este proceso han experimentado la promesa de Dios de que se haría cargo de Laura, y han contado con el apoyo y el amor del grupo de su comunidad. Nunca habían sentido tanta paz y amor.
Francine explica a los padres con niños que dudan de su sexo que "cuando empecé a buscar a Dios con todo mi corazón, cuando obedecí y me dejé guiar por Él, cuando me fie de su fidelidad y de su paciencia, es cuando comenzó a obrar el cambio en su hija. Ni siquiera podía soñar con lo que se está construyendo en nuestras vidas a través de la obediencia a él".
Engaño de la cultura LGTB
Por su parte, Laura afirma: "Fui víctima de las mentiras de Satanás, creyendo que mi elección de pecado (porque es contraria a la voluntad de Dios y, por lo tanto, a la felicidad de sus criaturas) me haría feliz. Pero la verdad es que, mientras hacía alarde de mi elección y pretendiendo ser feliz en los círculos LGTB que frecuentaba, Dentro estaba desesperada y buscaba la verdadera paz”.
Además, Laura considera que es “la prueba viviente de que Dios es más grande que las mentiras del diablo" y que la vida no debe basarse "en lo que queremos, sino en Cristo". Y recuerda las palabras de Jesús: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Quien quiera salvar su vida, la perderá, y el que la pierda por mi causa, la hallará. He encontrado la paz y el amor".
religionconfidencial.com
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