Ayer tocamos un tema de verdadera trascendencia: la posibilidad de un futuro hostigamiento generalizado contra la Iglesia a través de una serie masiva de denuncias por pedofilia contra los obispos y los clérigos más destacados de las diócesis. Es una posibilidad que no digo que ocurra, pero que debe ser analizada desde un punto de vista teórico.
Otra cuestión es si un proceso judicial debe ser público o no. Desde luego, si es público, todo está a la vista, todo es más transparente. El proceso público permite que todo esté a los ojos del pueblo.
Por otra parte, para el poder es más fácil acabar con la reputación de alguien a través del juicio mediático paralelo al judicial que con un verdadero juicio con jueces y leyes.
Pero las ventajas de que los juicios sean públicos son indudables. Los políticos corruptos, los millonarios, podrían preferir juicios ocultos para escapar a la supervisión del Pueblo. Un pobre ciudadano inocente podría preferir el juicio secreto para evitar que le pongan penas peores si no accede.
Sí, en una democracia es claramente mejor que los juicios sean públicos. ¿Pero por qué tienen que ser tan largos?
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