Nadie va a tomarse en serio una Iglesia de taifas

Algo estamos haciendo al revés desde hace mucho tiempo. Mis compañeros sacerdotes son trabajadores. Muy trabajadores en general, salvando las excepciones que sean salvables. Una gran mayoría de sacerdotes se pasan el día haciendo cosas: misas, encuentros, reuniones, grupos, papeles, más reuniones, formación. Yo no llamo por teléfono a un compañero antes de las diez de la noche. Incluso comer juntos no es fácil.

Pues eso, que mucho nos movemos, pero la cuenta de resultados pastorales tiende a cero. Un dato más: el número de matrimonios por la Iglesia en España no llega a un 30 % del total. Algo está pasando y de enorme gravedad.

Hace días daba cuenta del dato según el cual España es el quinto país del mundo en número de ateos. Y encima lo de las bodas. Pues si trabajamos, si nos movemos, si tenemos en nuestras manos un buen número de niños y jóvenes ¿qué es lo que está pasando?

A mi modo de ver el problema de fondo es el de haber convertido a nuestra Iglesia en un reino de taifas en el que cabe absolutamente todo en dogma, moral y liturgia. ¿Quién se va a fiar de una institución en la que, dependiendo de donde acudas, las cosas son no solo diferentes, sino hasta contradictorias? No. No hace falta pasar de una diócesis a otra, basta pedir confesión en media docena de parroquias y está claro el problema. En unas no habrá confesionario, en otra el sacerdote no tendrá tiempo, en esta que si lo que usted dice ni es pecado ni nada y haga lo que quiera, en aquella que pecado mortal y en esa otra lo de confesarse no tiene sentido.

Se puede también hacer el esfuerzo de acudir a misa dominical cambiando de iglesia para encontrar celebraciones con o sin casulla, con lavabo quizá si hay suerte, exactas en las rúbricas o de liturgia alternativa. Parroquias en las que lo mismo tienen establecidas las cuarenta horas que un grupo de taichí, otro de yoga y uno más de cultivo de la memoria. En la predicación mejor ni entramos. Difícil encontrar algo más que un “Dios es bueno y hay que quererse y ayudar a los pobres”, que está bien, pero quizá quede un poco justo.

Lo de la teología mejor lo dejamos. Cristo es Dios, o no es Dios, o es un profeta, o es vaya usted a saber. La resurrección es, o no es, o se trata de una experiencia, o que está vivo en nuestros corazones. Y para la eucaristía dejemos de utilizar la palabra transustanciación, que no se entiende.

Total, que la gente dice: esto es un cachondeo y no se ponen de acuerdo ni ellos mismos. Vamos, que cada cura hace lo que quiere, atiende lo que le parece y como le parece, tiene sus ideas y todo es exactamente igual de válido. Mejor dicho, todo válido sobre todo si es novedoso y rompedor, que los partidarios de lo de siempre tienen que andarse con ojo. Pues señores y señoras, esto es lo que hay, que ante tamaña falta de seriedad, la gente deja de tomarnos en serio, lógico, y a otra cosa mariposa. 

¿Confesarse? Bah, a ver lo que está mal y lo que no, y si los curas no confiesan no será tan importante. ¿Ir a misa? Si se puede. ¿Comulgar? Siempre que apetezca. El infierno no existe, Dios es bueno, todos igualmente al cielo y Lutero un santo. Toda la vida diciéndonos el dolor de la división protestante y ahora mira por donde, Lutero santo súbito.

¿La culpa? No. No nos la echen solo a los curas, que no digo yo que seamos perfectos. La culpa, más arriba. Se entiende, creo. 

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11:37

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