Martes 17 de Enero de 2017
San Antonio, abad
(MO). Blanco.
Martirologio Romano: Memoria de san Antonio, abad, que, habiendo perdido a sus padres, distribuyó todos sus bienes entre los pobres siguiendo la indicación evangélica y se retiró a la soledad de la Tebaida, en Egipto, donde llevó una vida ascética. Trabajó para reforzar la acción de la Iglesia, sostuvo a los confesores de la fe durante la persecución del emperador Diocleciano y apoyó a san Atanasio contra los arrianos, y reunió a tantos discípulos que mereció ser considerado padre de los monjes (+356 dC). Fecha de canonización: Fue canonizado en el año 491.
San Antonio, abad
(MO). Blanco.
Martirologio Romano: Memoria de san Antonio, abad, que, habiendo perdido a sus padres, distribuyó todos sus bienes entre los pobres siguiendo la indicación evangélica y se retiró a la soledad de la Tebaida, en Egipto, donde llevó una vida ascética. Trabajó para reforzar la acción de la Iglesia, sostuvo a los confesores de la fe durante la persecución del emperador Diocleciano y apoyó a san Atanasio contra los arrianos, y reunió a tantos discípulos que mereció ser considerado padre de los monjes (+356 dC). Fecha de canonización: Fue canonizado en el año 491.
Antífona de entrada cf. Sal 91, 13-14
El justo florecerá como la palmera, crecerá como los cedros del Líbano; trasplantado en la casa del Señor, florecerá en los atrios de nuestro Dios.
Oración colecta
Dios y Señor nuestro, que otorgaste al abad san Antonio la gracia de servirte en el desierto con una vida admirable; concédenos, por su intercesión, que renunciando a nosotros mismos, te amemos siempre y sobre todas las cosas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
El justo florecerá como la palmera, crecerá como los cedros del Líbano; trasplantado en la casa del Señor, florecerá en los atrios de nuestro Dios.
Oración colecta
Dios y Señor nuestro, que otorgaste al abad san Antonio la gracia de servirte en el desierto con una vida admirable; concédenos, por su intercesión, que renunciando a nosotros mismos, te amemos siempre y sobre todas las cosas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
Acepta, Señor, las ofrendas de nuestro servicio que presentamos en tu altar en la conmemoración del abad san Antonio, y concédenos que, libres de las ataduras de este mundo, seas tú nuestra única riqueza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Mt 19, 21
Dice el Señor: “Si quieres ser perfecto, ve, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres y sígueme”.
Oración después de la comunión
Alimentados con el sacramento de la salvación, concédenos, Dios nuestro, superar las insidias del enemigo, como le otorgaste al abad san Antonio la gloriosa victoria sobre el poder de las tinieblas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Acepta, Señor, las ofrendas de nuestro servicio que presentamos en tu altar en la conmemoración del abad san Antonio, y concédenos que, libres de las ataduras de este mundo, seas tú nuestra única riqueza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Mt 19, 21
Dice el Señor: “Si quieres ser perfecto, ve, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres y sígueme”.
Oración después de la comunión
Alimentados con el sacramento de la salvación, concédenos, Dios nuestro, superar las insidias del enemigo, como le otorgaste al abad san Antonio la gloriosa victoria sobre el poder de las tinieblas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Heb 6, 10-20
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: Dios no es injusto para olvidarse de lo que ustedes han hecho y del amor que tienen por su Nombre, ese amor demostrado en el servicio que han prestado y siguen prestando a los santos. Solamente deseamos que cada uno muestre hasta el final el mismo celo para asegurar el cumplimento de su esperanza. Así, en lugar de dejarse estar perezosamente, imitarán el ejemplo de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas. Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, como no podía jurar por alguien mayor que él, juro por sí mismo, diciendo: “Sí, yo te colmaré de bendiciones y te daré una descendencia numerosa”. Y por su paciencia, Abraham vio la realización de esta promesa. Los hombres acostumbran a jurar por algo más grande que ellos, y lo que se confirma con un juramento queda fuera de toda discusión. Por eso Dios, queriendo dar a los herederos de la promesa una prueba más clara de que su decisión era irrevocable, la garantizó con un juramento. De esa manera, hay dos realidades irrevocables –la promesa y el juramento– en las que Dios no puede engañarnos. Y gracias a ellas, nosotros, los que acudimos a él, nos sentimos poderosamente estimulados a aferrarnos a la esperanza que se nos ofrece. Esta esperanza que nosotros tenemos es como un ancla del alma, sólida y firme, que penetra más allá del velo, allí mismo donde Jesús entró por nosotros, como precursor, convertido en Sumo Sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.
Palabra de Dios.
Comentario
El autor nos lleva a contemplar la grandeza y la verdad de Dios. Él no puede mentirnos, y por lo tanto lo que ha prometido lo cumplirá, así como siempre lo ha hecho. Nosotros nos apoyamos en su Palabra, que es nuestra fortaleza.
Sal 110, 1-2. 4-5. 9-10c
R. El Señor se acuerda eternamente de su Alianza.
Doy gracias al Señor de todo corazón, en la reunión y en la asamblea de los justos. Grandes son las obras del Señor: los que las aman desean comprenderlas. R.
Él hizo portentos memorables, el Señor es bondadoso y compasivo. Proveyó de alimento a sus fieles y se acuerda eternamente de su Alianza. R.
Él envió la redención a su pueblo, promulgó su Alianza para siempre: Su Nombre es santo y temible. ¡El Señor es digno de alabanza eternamente! R.
Lectura de la carta a los Hebreos.
Hermanos: Dios no es injusto para olvidarse de lo que ustedes han hecho y del amor que tienen por su Nombre, ese amor demostrado en el servicio que han prestado y siguen prestando a los santos. Solamente deseamos que cada uno muestre hasta el final el mismo celo para asegurar el cumplimento de su esperanza. Así, en lugar de dejarse estar perezosamente, imitarán el ejemplo de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas. Porque cuando Dios hizo la promesa a Abraham, como no podía jurar por alguien mayor que él, juro por sí mismo, diciendo: “Sí, yo te colmaré de bendiciones y te daré una descendencia numerosa”. Y por su paciencia, Abraham vio la realización de esta promesa. Los hombres acostumbran a jurar por algo más grande que ellos, y lo que se confirma con un juramento queda fuera de toda discusión. Por eso Dios, queriendo dar a los herederos de la promesa una prueba más clara de que su decisión era irrevocable, la garantizó con un juramento. De esa manera, hay dos realidades irrevocables –la promesa y el juramento– en las que Dios no puede engañarnos. Y gracias a ellas, nosotros, los que acudimos a él, nos sentimos poderosamente estimulados a aferrarnos a la esperanza que se nos ofrece. Esta esperanza que nosotros tenemos es como un ancla del alma, sólida y firme, que penetra más allá del velo, allí mismo donde Jesús entró por nosotros, como precursor, convertido en Sumo Sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec.
Palabra de Dios.
Comentario
El autor nos lleva a contemplar la grandeza y la verdad de Dios. Él no puede mentirnos, y por lo tanto lo que ha prometido lo cumplirá, así como siempre lo ha hecho. Nosotros nos apoyamos en su Palabra, que es nuestra fortaleza.
Sal 110, 1-2. 4-5. 9-10c
R. El Señor se acuerda eternamente de su Alianza.
Doy gracias al Señor de todo corazón, en la reunión y en la asamblea de los justos. Grandes son las obras del Señor: los que las aman desean comprenderlas. R.
Él hizo portentos memorables, el Señor es bondadoso y compasivo. Proveyó de alimento a sus fieles y se acuerda eternamente de su Alianza. R.
Él envió la redención a su pueblo, promulgó su Alianza para siempre: Su Nombre es santo y temible. ¡El Señor es digno de alabanza eternamente! R.
Aleluya cf. Ef 1, 17-18
Aleluya. El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestros corazones, para que podamos valorar la esperanza a la que hemos sido llamados. Aleluya.
Evangelio Mc 2, 23-28
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le dijeron: “¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?”. Él les respondió: “¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?”. Y agregó: “El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado”.
Palabra del Señor.
Comentario
Jesús debate con los defensores de la Ley. Estos hombres tenían la dificultad de aceptar que Dios se pudiera manifestar en lugares impensados y hasta incorrectos. Esto también puede pasarnos a nosotros. Y no es que tengamos que buscar a Dios “fuera de la ley”, sino que debemos dejarnos sorprender por él, que puede estar en el lugar menos pensado.
Oración introductoria
Jesucristo, dame el don de poder encontrarme contigo en esta oración. Muchas veces me dejo influenciar por el qué dirán, por la rutina, la apatía... perdiendo así la verdadera esencia que debe caracterizar mis actos, por eso te pido que renueves mi fe y acrecientes mi esperanza para salir de esta meditación con un amor renovado, sincero, total.
Petición
Jesús, ayúdame a ser un fiel seguidor tuyo, a ser radical en tu seguimiento, a vivir con coherencia de vida y con caridad para con todos.
Meditación
Hoy como ayer, Jesús cuestiona a los fariseos, que han deformado la Ley de Moisés, quedándose en las pequeñeces y olvidándose del espíritu que la informa. Los fariseos, en efecto, acusan a los discípulos de Jesús de violar el sábado (cf. Mc 2,24). Como ya sabemos, los panes de la ofrenda de los que nos habla el Evangelio, eran doce panes que se colocaban cada semana en la mesa del santuario, como un homenaje de las doce tribus de Israel a su Dios y Señor.
La actitud de Abiatar es la misma que hoy nos enseña Jesús: los preceptos de la Ley que tienen menos importancia han de ceder ante los mayores; un precepto ceremonial debe ceder ante un precepto de ley natural; el precepto del reposo del sábado no está, pues, por encima de las elementales necesidades de subsistencia.
San Agustín nos dice: «Ama y haz lo que quieras». ¿Lo hemos entendido bien, o todavía la obsesión por aquello que es secundario ahoga el amor que hay que poner en todo lo que hacemos? Trabajar, perdonar, corregir, ir a misa los domingos, cuidar a los enfermos, cumplir los mandamientos..., ¿lo hacemos porque toca o por amor de Dios? Ojalá que estas consideraciones nos ayuden a vivificar todas nuestras obras con el amor que el Señor ha puesto en nuestros corazones, precisamente para que le podamos amar a Él.
Desde la creación, instituyó el "día de descanso" en el que admiró la bondad y la belleza de su creación. Y como Él es "dueño del sábado" (esto es, del descanso o día del descanso), lo ha querido compartir con nosotros para darnos el verdadero descanso, la paz del alma. Es por ello que de manera especial, el domingo (el "Día del Señor" -Dominus-), se nos ofrece en alimento en el Gran Banquete Eucarístico, y dispone a sus sacerdotes para otorgar a quienes lo necesiten su perdón y la reconciliación para poder participar de su Mesa Sagrada.
Este es el gran significado y realidad del "Día del Señor": vivir en Cristo y alegrarnos en Él por la paz y la salvación que nos ha venido a traer. ¿Puede hacer algo más por nosotros nuestro gran Rey?
Propósito
Revisar y, si es necesario, rectificar cuál es mi actitud ante los mandamientos. ¿Son un deber o medios para crecer en el amor?
Diálogo con Cristo
Hazme, Jesús, un hombre coherente que no tema a las dificultades, que no deserte de su misión, que no trate de ocultar su egoísmo o sensualidad en posturas aparentemente coherentes pero faltas de compromiso y de auténtica virtud. Ayúdame, Señor, a ser sincero en tu seguimiento.Cuántas veces el respeto humano me puede hacer callar mi condición de cristiano; por eso he de mantenerme cerca de Ti, para tener las fuerzas de vivir de cara a Ti, sin temer ir contra corriente.
Publicar un comentario