Oigan, que es la impresión de uno, muy posiblemente equivocada. Pero como es lo que pienso, y en el blog escribe un servidor y es libre para hacerlo, pues lo digo.
Y lo que digo, constato, creo y pienso es que pareciera que los católicos tenemos vergüenza, complejo, miedo, susto, pavor de mostrarnos como tales. Hombre, Jorge, que te estás pasando. Pudiera ser, pero cuento hechos y luego ustedes sacan sus propias conclusiones.
Hace apenas unos días les contaba lo de la campaña de los “sin hogar” de Cáritas, en la que se nos daba un material de campaña sin que en él aparecieran ni una sola vez palabras como Dios, evangelio, Jesucristo.
Estoy viendo ahora mismo cursos y convocatorias. Por ejemplo, los PP. Camilos nos invitan a unas jornadas sobre el duelo. Está bien. En ella encontraremos ponencias tan interesantes como sexualidad y duelo, herencia, economía y duelo, y hasta una sobre duelo y redes sociales. Digo yo que siendo algo auspiciado por una entidad católica podían aprovechar para hablar sobre lo que dice la fe católica sobre la vida y la muerte, porque lo mismo la esperanza en la resurrección se hace necesaria en medio del duelo. Pues no. Nada parecido.
También me he asomado a un interesante curso sobre religiones y política que ofrece La Salle. Me ha resultado especialmente curioso que en una mesa redonda sobre religiones en la sociedad y la política participen un musulmán, un evangélico, un budista y un judío, pero no un católico. Entiendo que un despiste lo tiene cualquiera.
Evidentemente que no todo es así. Pero me ha resultado curioso constatar la ausencia de Dios en tantos lugares.
Pues qué quieren que les diga. Que me preocupa. Que esto se llama colectiva bajada de taleguillas y que a mi parecer, el mío, el de un fundamentalista como un servidor, ya saben, es triste que entidades confesionalmente católicas no sientan la necesidad de hablar de Jesucristo, porque esto lo único que significa es que lo de la fe sí, está bien pero no nos sirve. Y si no nos sirve, mejor lo abandonamos.
Hace apenas unos días escuchábamos en la misa dominical la lectura de un fragmento de la segunda carta de Pablo a Timoteo: “Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina”. Se nos olvida. Hemos cambiado estas recomendaciones por un calla, disimula, no molestes, guárdate lo recibido, no ofensas, llévate bien con todos.
Insisto en que no todo es así. Pero es que contar que en un curso de pastoral de la salud se hable de Jesucristo y de la atención espiritual y religiosa a la persona enferma es lo normal, y de hecho es lo que se hace. Pero hacer lo que debemos hacer, para nada es noticia. Es lo normal, y nos alegramos de ello. Como es normal que en cualquier curso contemos con ponentes de garantía, ortodoxia y amor a la Iglesia. Lo noticioso es lo contrario. Por ejemplo, que en un templo de Madrid se junten, aunque sea para hablar de don Pedro Casaldáliga nada menos que José Arregui, Juanjo Tamayo y Benjamín Forcano. Como ejemplo. Cosas que no se entienden, o que un servidor no llega a comprender. Pero ya saben cómo es uno.
Publicar un comentario