Hace un par de días supimos, a través de los medios, el nombramiento del cardenal español Ricardo Blázquez como miembro de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos. En principio nada que aportar, si acaso sus anteriores nombramientos para otras tres congregaciones y además en la administración de patrimonio de la Santa Sede. Afortunadamente tiene un obispo auxiliar.
Lo realmente sorprendente no es el nombramiento del cardenal Blázquez para esta importante Congregación que preside el cardenal Sarah, sino que el papa Francisco haya decidido cambiar nada menos que a veintisiete de una vez en una decisión sin precedentes. Sigue al frente el cardenal Sarah, considerado del grupo de los más conservadores, aunque no me guste la terminología, pero es lo que se suele utilizar, aunque salen los prelados considerados más tradicionales, como son, por ejemplo, los cardenales Burke, Scolla o Pell.
Entran en la congregación otros considerados más “abiertos”, como Parolin, Stella, Ravasi, y, sobre todo, Marini.
Pues da toda la impresión de que Francisco hace una apuesta muy renovadora en el campo de la liturgia. Bien es verdad que el cardenal Sarah continúa en su puesto, para ya le han dicho todo lo que le tenían que decir. Usted sigue, pero le cambio a veintisiete, evidentemente apostando por algo más abierto y liberal, aunque la liberalidad en los cardenales sea la justa.
Rumores vaticanos me afirman que las afirmaciones del cardenal Sarah recomendando la misa “ad orientem” y ya desde este adviento, han supuesto en círculos vaticanos traspasar una línea roja, y como hubiera sido muy fuerte quitárselo de en medio, se ha optado por la vía del tú te quedas, pero te pongo la Congregación patas arriba quitando tus más cercanos colaboradores e imponiendo otros de toda mi confianza que vayan poniendo palos en las ruedas convenientes.
Cosas romanas.
Poco más que añadir. Esto es lo que hay. Sigue Sarah. Se va Burke y entra Marini. Despedimos a Scolla y saludamos a Parolin. Bienvenido, D. Ricardo. Y bien venidos todos hasta llegar a los veintisiete. Hasta la vista a los demás y muy agradecidos. Te quiero, Burke.
Servidor, muy posiblemente, comience a celebrar una misa dominical “ad orientem” en adviento. Que no nos pase ná.
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